SILENCIOS VALIOSOS.
No necesito la aprobación de todos para tener paz. Sé que,
haga lo que haga, a alguien no le gustará precisamente lo que estoy haciendo.
Eso me da tranquilidad. Haré lo que crea mejor en cada ocasión o tal vez lo que
pueda hacer con las fuerzas que tenga.
No sabré hacer silencio ni callar. Dicen
que es de sabios no hablar mucho. Pero luego me incomoda estar en silencio cuando nadie habla. O dejar de dar mi opinión cuando me la piden. ¿Será necesario que diga siempre algo, lo que
pienso? ¿Valgo más cuando hablo o cuando callo?.
Sólo tengo claro que mis
silencios son valiosos, son un
tesoro. Podía decir muchas cosas
durante horas y no por eso la vida sería
diferente. En ocasiones no sé qué consejo dar en medio de una encrucijada. O no
sé qué decir ante un dolor inmenso. Sólo callar y
acompañar, estar al lado del que sufre. Es posible acompañar al que más
necesita. Sobre todo cuando te dice que tiene una enfermedad larga y estás
lejos y no saber cómo hacer para
que se sienta acompañado. Porque las malas noticias son
más pequeñas si alguien a
mi lado me sostiene y me dice que todo va a salir bien. Aunque no tenga ni idea cómo
arreglarlo.
Sé que guardar silencio dice más que mil palabras y es
que a menudo me sobran las mil palabras.
Quisiera callar más y dejar que las
palabras duermen en mi interior
regalándome una paz desconocida.
Puedo hacer que mi vida sea más
sencilla. Más simple. Quiero llenar mis
días de tantas cosas para sentir
que mi vida es útil y tiene un sentido. ¿Será necesario vivir muchas cosas para
ser un hombre sabio? ¿Necesitaré saber escribir
bien para explicarle al mundo lo que he visto al encontrarme con
Dios?¿Acaso las palabras bastarán para
describir ese encuentro imposible?
No es necesario inventarme
muchas cosas, ni componer muchos
poemas que me hablen del amor de Dios.
Vivir es más sencillo que todo eso. Incluso cuando no alcanzo a comprender la
maldad del hombre, ni su egoísmo. Al final quedo yo solo y todo lo que he
guardado en mi alma.
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