Señor, misericordia,
ten piedad de mi oculta podredumbre
vuélveme a tu concordia,
límpiame de la herrumbre
del pecado y su dura servidumbre.
Lávame con tus manos,
y yo seré más blanco que la nieve;
límpiame de gusanos,
mi turbio pecho mueve
y haz que todo mi espíritu renueve.
Mis huesos abatidos
se alzarán con pujanza y valentía,
y todos mis sentidos
darán al alma mía
gozo, salud, pureza, alegría.
Ricardo León
Comentarios