UN NUEVO AÑO.
Me detengo ante un nuevo año, de la mano de María que
quiere darme todo su cuidado y protección. Es la puerta
de entrada de un nuevo año y lo comienzo tranquilo lleno
de confianza, lo miro con alegría, con optimismo. Miro a María
que viene a sostener mi vida.
Ella me ayuda a crear un mundo nuevo. Es la Reina de la paz. Me
enseña a vivir con paz. De su mano soy capaz de mirar más alto. Veo las cumbres y los altos ideales que encienden mi alma. Quiero
que Ella me ayude a
pasar por alto las pequeñeces fijándome en lo realmente importante.
Me arrodillo en el Santuario al comenzar un nuevo año. Tengo
miedos. Muchas incertidumbres. Tal
vez dolores y por eso pienso que sea mejor el año que comienza
que el pasado. Esta Dana, últimamente nos ha
afectado mucho. Me duele el alma.
Por las víctimas. Por los males. Por el fracaso.
Recuerdo cómo comencé el año que ha terminado lleno de buenas intenciones y sabios propósitos. He
visto cómo he dejado de lado aquello que al comienzo del año se había convertido en necesario.
¿Por qué fallo tanto en lo que me
propongo?. Los propósitos fallidos me
desaniman.
Ahora lo intento de nuevo. Y lo miro así: El inicio del éxito
de cualquier propósito es saber que en
realidad podemos. El hecho de vivir hace
que el acierto y la felicidad, sean posibles.
Me motiva pensar que yo puedo si lo que deseo lo emprendo con
corazón abierto y valiente. Dios me
bendice. María me alienta con su mirada
que no desvía de mi alma. No quiero
que sea como todos los años. Aunque
sé que soy débil y el ideal está más
lejos que lo que alcanzo a realizar. Lo pienso
de nuevo. Pienso en lo que quiero,
en lo que sueño.
Sí, quiero proponerme ser más
santo, más de Dios, más humano,
más misericordioso. Sí, quiero ser más libre, más auténtico, menos crítico, más positivo.,
menos quejumbroso. Sí, quiero salir de mí mismo, de mis miedos y mis manías. Sí,
quiero vencer el pesimismo y abrirme a
lo nuevo con un corazón de niño. Sí, quiero tener más coraje, porque creo que es una virtud que
escasea y quiero ser valiente.
No quiero desanimarme ante la primera dificultad. Sí, quiero
saber que la vida me la da
Dios para que la aproveche, siendo feliz y haciendo felices a otros.
Pero de nuevo, a medida que enumero la lista de buenas
intenciones, me parece todo demasiado vago y general. ¿No me pasará lo mismo al
llegar diciembre? No pensaré que sigo siendo el mismo, igual de mediocre, de
tibio y poco santo?.
No lo sé. No quiero
adoptar una postura negativa ante el futuro. Es verdad que mis miedos al mirar
el futuro me hacen temer lo peor. Pero yo creo que puedo hacer las cosa nuevas. Día a día. Sin prisas. Pero siempre con Dios. Con
sus manos. Con su poder. Aunque mi dolor
sea el de siempre. Y mi mediocridad conocida.
No pienso en propósitos típicos, como adelgazar, hacer
más deporte, o leer más libros.
Esto me parece más de lo mismo. Pienso en algo que
sea más importante. ¿Cuál es mi
prioridad para este nuevo año? ¿Qué acento pongo?¡Cuántas páginas en blanco `para
que yo las escriba!. Dio y yo. Tantas
horas días y meses. Todo dispuesto para
volver a empezar. Pienso en lo que
deseo, en lo que quiero. Me pongo manos
a la obra. Vivo en Dios.
Que el año 2.025 sea muy bendecido .FELICIDADES
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