Cuento: Villancico y Pasión (I)




Aquella noche de diciembre no era una noche como las demás. El viento de hielo que hacía temblar los olivos de Jerusalen a Nazaret sí era el mismo; la nieve que tendía sobre el praderío sus manteles agujereados de charcos, sí era la misma; y también los carámbanos que colgaban sus  barbas de enano en los tejados de las chozas. Y, sin embargo, bien claro se veía que no era una noche como las demás; porque en su blancura silenciosa había una íntima tensión, un jadeo impaciente de músicas nunca oídas, un remoto latir de raíces anunciadoras de no se sabe qué tremendo y dulcísimo milagro.

El viento, en vez de aullar al enredar sus cabellos en las ramas, les susurrraba algo urgente y sigiloso como una consigna, y las ramas se abrían asombradas dejándole paso. Las ovejas , acarradas en el redil, se apretujaban inquietas, con un temblor que por primera vez no era miedo. Y hasta la misma nieve sentía un entrañable escozor que le venía de muy adentro y que trasmanaba de ella como un caliente vaho animal. Era como si la noche entera, conteniendo la respiración, se hubiera puesta a pensar intensamente para que la nueva madrugada tuviera una nueva idea.

(continuará)

Alejandro Casona

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