REFLEXIÓN.
2º
DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C.
El
profeta Juan el Bautista invita a los
hombres a una transformación total en cuanto
a la forma de pensar y de actuar, en cuanto a los valores y a las prioridades de vida.
Para que Jesús pueda
venir al encuentro de cada hombre y presentarle una propuesta de salvación, es necesario que los corazones
estén libres y disponibles para acoger la buena Nueva del Reino. La dimensión
profética está siempre presente en la comunidad de los bautizados. A todos nosotros
constituidos profetas por el bautismo, nos llama Dios a dar testimonio de que
el Señor viene y a preparar los caminos
por medio de los cuales Jesús ha de
llegar al corazón del mundo y de los hombres.
Preparar el camino del Señor significa realizar una
conversión urgente, que elimine el egoísmo, que destruya los esquemas de
injusticia y de opresión, que aleje las
cadenas que mantiene a los hombres
prisioneros del pecado. Preparar el camino del Señor significa reorientar la
vida hacia Dios, de forma que Dios y sus valores pasen a ocupar el
primer lugar en nuestro corazón y en nuestras prioridades de de vida. Solo quien acepta recorrer este
camino experimentará la salvación.
Esta es la misión profética que Dios continúa
confiándonos hoy.
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