ENVEJECER FELIZ ¡ES POSIBLE!
Nuestra sociedad no nos
ayuda a envejecer porque está totalmente concentrando valores propios de la primera parte de la vida: la
eficacia, la productividad, la belleza de la juventud…..
La generación que entra en la segunda parte de la vida
ha de aceptar la imagen que tiene la sociedad hoy en día de la vejez. Esto
supone que algunos pueden pasar por un período de depresión, conocido como la “depresión de los
mayores”
Esto significa que hay
que uno tiene que reorganizar su vida, detenerse y acercarse de forma serena
a lo que viene. Pero esta depresión es
aún más difícil de superar porque hoy en día, la vejez está cada vez más
larga
Tenemos miedo a ser una carga para la familia y para la
sociedad, a estar solos, abandonados, dependientes, miedo a la enfermedad
especialmente la de Alzheimer.
Es inevitable, a muchos la vejez les condena
a la soledad o a la decadencia, pero también es posible envejecer y ser
feliz., para eso tenemos que superar nuestros miedos. Yo creo que mientras se avanza hacia el final de la vida, el
hombre exterior disminuye, el hombre interior
crece. S. Pablo lo expresa
así:”Aunque nuestro exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va
renovando día a día”.
La soledad es un miedo
frecuente. A medida que una persona mayor
envejece, tendrá que vivir cada vez más la experiencia en solitario. Si
se encuentra “bien” consigo mismo, si ha desarrollado una vida interior, no se sentirá sola. Este problema puede resolverse,
aprendiendo a tener momentos de soledad,
en lugar de estar siempre intranquilos.
Uno tiene que aceptar que es mortal. Las personas que
tiene miedo a la muerte sin ser conscientes de que es inevitable, son muy
frágiles. Vivir con la conciencia de nuestra mortalidad lleva necesariamente a
pacificar la vida de uno.
En nuestro caminar,
nos damos cuenta de que llevamos
maletas pesadas, vinculadas al pasado. Son el arrepentimiento, el remordimiento
y el resentimiento. Estas maletas se vuelven cada vez más
pesada para llevar, porque a
medida que envejecemos, nos encontramos
cada vez más solos con nosotros
mismos. Esta acumulación conduce
a una terrible imagen de la vejez, la de
unos ancianos que se quejan y reprochan constantemente.
A medida que
envejeces, no puedes permitirte no “limpiar “ tu vida. Cuando lo has hecho, tienes una nueva libertad. ¿Así
que cuanto antes lo hagas, mejor!. Los cristianos
tenemos el sacramento de la reconciliación. Vemos lo que debemos
perdonar a los demás, lo que debemos perdonarnos a nosotros mismos. No sólo el arrepentimiento
y el remordimiento, tenemos que erradicar totalmente la agresividad, la ira y así cambiar de carácter.
Con la fe se vive y se
profundiza. La fe es la confianza en
Dios, en el misterio de la vida y la muerte. La fe cristiana si ha sido verdaderamente vivida,
ayudará a las personas en su camino de
vejez.
Para el viejo creyente, hay una vida después de la
muerte. Esta vida después de la muerte no está
completamente centrada en él, por lo
tanto es menos dura. Toda la aventura de
la vejez es una apertura más allá de uno
mismo.
La oración ofrece esta increíble apertura a los ancianos, en las conversaciones que he tenido con muchos de ellos, me dicen
que no se sienten solos porque tienen a
todas las personas que aman en su oración.
En la fe cristiana, existe la promesa de que la vida es más
fuerte que la muerte. Sin hablar de la fe
en sentido estricto, la espiritualidad permite que la vejez se experimente como un momento de crecimiento
y no como un naufragio.
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