¿CUÁL ES TU TESORO?
Un día le pregunté a uno de mis nietos que cuáles eran sus
tesoros. Me dijo: mis aviones y naves y una caja de cromos. Me puse a pensar en mis tesoros.
Pensé, si mi casa ardiera y tuviera cinco minutos para irme.
¿Qué me llevaría? Hice una lista. Es muy
corta. Cosas del alma. Cosas que me atan
a mi historia y a Dios. Pero incluso si ardiera todo, mi tesoro seguiría
intacto. Porque va conmigo donde yo voy. Nadie
me lo puede quitar.
¿Qué recuerdos son para mí tesoros? ¿Qué vivencias son los
tesoros de mi vida que pase lo que pase nunca se irán? ¿Qué personas forman
parte de mi tesoro?
Todos tenemos un tesoro personal y Dios ha puesto en nuestra
vida y en nuestra alma el mapa para encontrarlo. En lo cotidiano y en lo que
soy, sin hacer grandes cosas. Dios se dedica a eso. A regalarnos tesoros.
En medio de un dolor hay un tesoro para mí. En medio de mi
trabajo. De una opción. De una renuncia. Si sé mirar hondo ahí está mi tesoro.
Hay personas que han encontrado su tesoro y otra que han vivido
lo mismo y sólo se han quedado en la superficie.
Hay palabras que escuché y son mi tesoro. Un ”te quiero” que
me sanó, un perdón que me liberó. Una canción que escuché y me abrió a un mundo
muy profundo. Una idea que escuché y
enraizó en mí. Unos principios que me sostienen más allá de normas externas. O
quizás mi tesoro lo encontré cuando me entregué. Cuando salí de mí.
Mi tesoro no solo es
lo que guardo, también es lo que no tengo. Lo que anhelo y a lo que renuncio.
Mis sueños son mi tesoro. Mis deseos. Los deseos del alma me ponen en camino.
Me mantiene joven, Dios siempre los hace
plenos. En el cielo será así. Siempre pienso eso. En el cielo seré todo lo que
hoy sueño. Es ese tesoro inagotable del que me habla Jesús.
Cuando lleguemos al cielo el que tenga las manos más vacías
las tendrá llenas. Siempre pienso que Dios mide y cuenta al revés que yo. Dar
es tener. Perder es ganar. Vaciarse es estar lleno. Renunciar es poseer. Quiero
vivir así. Contando al revés, como Jesús.
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