Tiempo de Vacaciones

 


TIEMPO   DE   VACACIONES.

Con los meses de verano llegan para muchos las necesarias y reconfortadas vacaciones. Estamos ya en verano. Es el tiempo en que se cierran las escuelas y se concentran los días de descanso. Todos necesitamos de ese descanso reconfortador, de reposo físico, psicológico y espiritual. Las vacaciones son un derecho que a todos debería alcanzar. Mi recuerdo especial y lleno de afecto hacia  quienes no pueden dejar su ambiente ordinario, impedidos por la edad, la salud, por dificultades económicas o por otros problemas.

Las vacaciones  son días donde se intensifica el bienestar y se vive en la evasión. “Evadirse” puede ser útil, a condición de que no se huya de los sanos criterios morales, de sí mismo y de los demás, del siempre debido respeto a la propia salud y sobre todo, de Dios en quien hallamos el verdadero reposo, el encuentro con la propia existencia, la alegría del vivir, la amistad más profunda con los otros y la reconciliación con su obra  de la creación.

Para que ese bienestar sea auténtico y más hondo es preciso que, en las vacaciones, la persona encuentre su equilibrio tanto consigo mismo como con los otros, con el ambiente y con la naturaleza. Por eso se debería cuidar los momentos de interioridad, de reflexión personal, de silencio, de escucha. Las múltiples ocupaciones y afanes de la vida ordinaria y del trabajo, con frecuencia, no nos dejan espacio para algo tan fundamental como el silencio interior. El silencio, la libertad interior, la disponibilidad total, el estar a la escucha de Dios son las condiciones necesarias para escuchar efectivamente la Palabra de Dios y, desde ahí, poder hablar y obrar; pero no simplemente por hablar y hacer las cosas  sino para iluminar y liberar.

Las vacaciones con demasiada frecuencia se convierten  en unos días de todavía mayor agitación que la ordinaria, no caigamos en esa trampa y aprovechemos para el silencio y la paz sosegada que necesitamos para sobrevivir, sin olvidar de prestar atención a las necesidades  de nuestro prójimo.

Con frecuencia las vacaciones para no pocos resultan abandono y enfriamiento del alma y de la experiencia religiosa, cuando, por las especiales circunstancias que en ellas concurren, podrían y deberían constituir unos días para todos lo contrario, disfrutar sanamente de la familia, este  sería uno de los objetivos  principales, el familiar, disfrutar de la naturaleza y también buscar tiempo para la meditación, la oración, la lectura y la escucha  de la Palabra de Dios, visitas o peregrinaciones a Santuarios y otras actividades veraniegas que ayuden al silencio exterior y a la escucha interior.

Que María, nuestra Madre, nos ayude a vivir sanamente este tiempo de vacaciones y nos ayude, al igual que Ella, a estar atentos  a las necesidades  de los  demás.

Antonio

Comentarios