DOMINGO
13º DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO B.
Dos personajes aparecen hoy en el Evangelio. Los dos sufren y
buscan solución a sus problemas. Los dos igualmente están llenos de fe en Jesús. Uno es humilde y el otro es
importante. Pertenecen a dos clases
sociales diferentes diríamos hoy. Uno es una mujer y el otro es un hombre. A los dos les une el
deseo de acercarse a Jesús para
encontrar en Él la respuesta y
solución a sus problemas
Los dos relatos de
San Marcos nos invitan a vivir en la
realidad y no en la virtualidad. Nos descubren el valor de lo presencial. La mujer quiere estar cerca de Jesús y Jesús baja a la casa de Jairo para resucitar a su
hija. Se nos recuerda que
nuestra sanación y nuestra curación de corazón va unida a la presencia
de Jesús. A pesar del ruego de Jairo de que no es necesario ir a su casa, Jesús se empeña en bajar porque quiere acompañar la salvación con su
presencia. Todos los sacramentos siguen requiriendo de lo presencial. La salvación y conversión de
nuestras vidas necesita de la presencia de Jesús.
Los dos relatos nos
llevan a descubrir la fe como la razón
que justifica el buen final. Aquella
mujer está llena de dolores e igualmente
llena de
fe para romper las barreras que le impiden acercarse a Jesús. Convencida de que si puede tocar el vestido se curarán sus hemorragias, nada le impide abrirse paso
entre la multitud. Jesús quiere conocerla, verle la cara, quiere llamarla hija, que sienta su
afecto, que se sienta cercana a Él como si fuera de su familia. Igual con la hija de Jairo, quiere visitarla, Jesús la invita a
levantarse, la llama niña, una expresión familiar llena de afecto y familiaridad.
Dos propuestas que pueden ser referencia para todos nosotros.
Sea cual sea nuestra condición, sea cual sea nuestro
problema si tenemos fe para acercarnos a Dios estamos en el buen camino de
encontrar la solución. Preguntémonos si
contamos con esa fe de creer que Dios es quien solucionará nuestros problemas
sean los que sean.
Esta invitación de Jesús sigue siendo actual para todos
nosotros. A todos nos dirige el Señor el
mismo mensaje. Nos pide levantarnos, despertarnos de tantos sueños que nos quitan la vida, a
estar cerca de Él. Nos compromete a
imitar a Jesús tratando de estar cerca y
levantar a los hermanos caídos, darle vida con nuestra presencia, con nuestra
compañía y nuestro amor.
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