REFLEXIÓN.
DOMINGO 11º TIEMPO
ORDINARIO CICLO B.
Jesús quiere explicar con su predicación que el Reino de Dios
está a punto de llegar. Claramente
afirma que su misión consiste en inaugurar ese nuevo tiempo y momento. Debe
explicar que algo nuevo y diferente está sucediendo. El problema radicaba en
mostrar cómo ese Reino ya estaba
presente, aunque no tuvieran constancia y conciencia de ello. Por eso usa la imagen de la semilla
y el grano de mostaza para profundizar en la explicación del reino y sus
características.
Dice que el Reino, que formamos todos, se asemeja a un campo que germina y crece con la ayuda
de Dios, a pesar de que veamos
solo unos pequeños brotes. Nos recuerda que el crecimiento de esa semilla;(y
cada uno de nosotros debemos vernos
representados en ella), crece lentamente gradualmente y que para llegar a la
maduración del grano se necesita tiempo.
Igualmente nos recuerda que el crecimiento de la
semilla depende de varios factores como
el agua el sol y los nutrientes que
reciba, y todo eso venido del cielo y no
llega de la propia planta. Como
miembros del reino de Dios debemos vivir en una actitud de
receptividad permanente, para que los dones que Dios nos da hagan crecer nuestra vida.
El grano de mostaza,
que siendo una semilla diminuta se
convierte en un gran árbol para coger a
todos, expresa la universalidad. No
podemos entender el Reino de Dios sin
esta característica de la
universalidad. Hablar del Reino de Dios supone referirnos a la Iglesia, Pueblo de Dios elegido para llevar a cabo su plan de
salvación con los hombres. Incluye por tanto a todos los hombres y mujeres de
todos los tiempos que en el plan de Dios estamos llamados a pertenecer y formar
parte de su reino., lo que nos debe llenar
de gozo y alegría. Tiene que hacer
brotar en nuestra Iglesia esperanza y confianza en el Señor además del deseo permanente de formar parte de ese reino.
E la vida de los
discípulos de Jesús nada es “ordinario”,
porque todo está lleno de la novedad
sorprendente del Espíritu Santo, todos estamos llamados a entrar en esa novedad
y descubrir en ella la vocación a la
santidad. Todos estamos llamados a vivir esa
santidad verdadera que hace que
el mundo cambie según el sueño que Dios
tiene.
Redescubriendo la vocación
a la santidad, a vivir en la a mistad
con el Señor, a pesar de las dificultades, colaboraremos para que este
gran árbol que es la Iglesia, siga
creciendo como la semilla de la
parábola.
Comentarios