Muere Jesús del Gólgota en la cumbre
con amor perdonando al que le hería;
siente deshecho el corazón María
del dolor de la inmensa pesadumbre.
Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la santa profecía;
tiembla la tierra; el iluminar del día,
cegando en tal horror, pierde su lumbre.
Se abren las tumbas, se desgarra el velo,
y a impulso del amor grande y fecundo
parece estar la cruz, signo de duelo,
cerrando, augusta, con el pie al profundo
y con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo.
Antonio Almendros Aguilar
Fuente: Magnificat nº especial 18
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