Cuaresma 2024

 



Comenzamos la Cuaresma, tiempo fuerte litúrgico que nos prepara a la Pascua. La razón de la Cuaresma radica en ayudarnos  a vivir  el acontecimiento central  de nuestra fe: la Resurrección del Señor.

Hemos experimentado las limitaciones, las debilidades y las flaquezas de nuestra vida, tanto a nivel general como social, e individual como personal.  Frágiles, limitados, erosionables nos hemos reconocido frente al peligro y la  amenaza  del virus que acabó con nuestra salud, cerró nuestros negocios y nos confinó de una manera  que no habíamos imaginado. Hoy se nos muestra un camino y una solución que  puede arreglar y dar solución a esta “levedad” de nuestro ser.

Pedimos por nuestros hermanos  de Ucrania que están sufriendo esta invasión que les  priva  de su libertad y provocando tantas víctimas. Pedimos también por la paz en Tierra Santa y en tantos lugares en conflicto. Que la paz sea una realidad pronto. También pedimos por  nuestra querida España, para que reine la paz y la unidad.

No dejamos  de pedir por el respeto y derecho a la vida desde sus inicios hasta su fase final por medios naturales.

Al iniciar el tiempo  de Cuaresma  se nos propone  un nuevo modelo de enfrentarnos  a la vida, una forma de vida y de actuar distinta. Hay que aprender una nueva manera de ser, necesitamos cambios, necesitamos  hacer las cosas  de otra manera. Estamos faltos  de conversión, de reconducir conductas y acciones. Esto se nos pide y, para ello se nos ofrece un tiempo, cuarenta días, como tiempo  de salvación. Iniciemos  un confinamiento de nuestro espíritu para que, libre de todo peligro, adquiera la salud.

 La oración es “la respiración del alma”. Nadie  puede vivir  sin respirar. Así mismo, ningún cristiano puede llevar una vida de calidad, si no reza. Tal vez, la falta  de oración sea una de las mayores causas, en una buena parte  de cristianos, de la indiferencia y de la falta  de coherencia en la vida. Tener espacios y momentos  de  encuentro con Dios, conmigo mismo y con  los demás, tiempo de calma y serenidad, sin ansiedad, sin prisas para estar con Dios y conmigo mismo  a solas, tiempo de silencio donde encuentre momentos que pueda escuchar, no ya los ruidos externos de la vida, sino el interior  de mi corazón, donde  Dios  me habla con tanta frecuencia. Tiempo  de oración con  la comunidad, para que la palabra de Dios ilumine nuestra vida.

La Iglesia también nos propone el ayuno y la limosna. Al hablar del ayuno, no podemos circunscribirnos a la privación de alimentos en ciertos días. El ayuno es más amplio e importante que eso. Se trata de prescindir y privarse de aquello que no está en la línea con la orientaciones y exigencias que marca el evangelio, potenciando en nuestra vida aquello que es voluntad  de Dios, especialmente  en el ejercicio  de la caridad, la personalización de la fe, viviendo con mayor intensidad la virtud  de la esperanza cristiana El ayuno que hoy nos parece estar fuera de contexto. La agresividad de nuestra sociedad en sus campañas para que consumamos más y más, no encaja con este mandato de privarnos de cosas, de ser austeros en las compras, en lo que  usamos y gastamos. Tenemos que experimentar que es posible vivir con menos, que no tenemos derecho, aunque podamos, a despilfarrar, a tirar, a no aprovechar lo que compramos. Privarme  de algo que me gusta, no malgastar.

La limosna siempre ha sido una expresión  concreta del amor al prójimo. En los tiempos  que corremos, de enfermedad, de paro laboral generalizada, la urgencia es mayor. Cuando la pobreza  aumenta, el compartir se hace más necesario. La práctica   de la limosna como expresión interior del compartir y de la solidaridad, de poner en común mis bienes, mis dones y ofrecer con generosidad mi persona y mi vida me hará reconciliarme con los demás. Nos domina la obsesión de poseer y acaparar, Pero Dios nos pide descubrir el valor de compartir. Debemos incorporar a nuestra vida creyente gestos de gratuidad, dar sin esperar nada a cambio, mostrando que somos una familia cristiana.

No es tiempo de grandes penitencia, sino de grandes o pequeñas superaciones, de nuestras indolentes perezas para servir mejor al Reino de Dios, en la fraternidad, la compasión, la solidaridad y la justicia.

 Que el Señor  nos ayude a llevarlo a cabo a lo largo de todo este tiempo de Cuaresma

Antonio

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