Un Nuevo Año 2024

 

 


UN  NUEVO  AÑO.

Me detengo ante un nuevo año, de la mano  de María que  quiere darme todo su cuidado y protección. Es la  puerta  de entrada de un nuevo año, del que esperamos  siempre algo mejor, que todo cambie, que pase  la crisis, que tengamos más orden que tengamos paz y unidad  en España, de  que todo se recomponga y podamos volver  a reunirnos, abrazarnos, a la espera  de  que haya trabajo, a la espera de que tengamos más  alegría. Y lo comienzo tranquilo  lleno  de confianza, lo miro con alegría, con optimismo. Miro  a María  que viene a  sostener mi vida. Ella me ayuda a crear un mundo nuevo. Es la Reina  de la paz. Me  enseña  a vivir  con paz. De su mano soy capaz  de mirar más alto. Veo las cumbres y los  altos ideales que encienden mi alma. Quiero que  Ella me  ayude a  pasar por alto las pequeñeces fijándome en lo realmente importante.

Me arrodillo en el Santuario al comenzar un nuevo año. Tengo miedos. Muchas  incertidumbres. Tal vez  dolores y por  eso pienso que sea mejor el año que comienza que el pasado. Me  duele el alma. Por la pérdida. Por los males. Por el fracaso.

Recuerdo cómo comencé el año que ha terminado lleno  de buenas intenciones y sabios propósitos. He visto cómo he dejado de lado aquello que al comienzo  del año se había convertido en necesario. ¿Por qué fallo tanto en lo que  me propongo? Los propósitos  fallidos me desaniman. Loa  momentos  que  vivimos  de incertidumbre, me desconciertan.

Ahora lo intento de nuevo. Y lo miro así: El inicio del éxito de cualquier propósito es saber  que en realidad podemos. El hecho  de vivir hace que el acierto y la felicidad, sean posibles.

Me motiva pensar que yo puedo si lo que deseo lo emprendo con corazón abierto y valiente. Dios  me bendice. María me  alienta con su mirada que no desvía  de mi alma. No quiero que  sea como todos los años, en especial que no sea como el que finaliza Aunque sé  que soy débil y el ideal está más lejos que lo que alcanzo a realizar. Lo pienso  de nuevo. Pienso en lo que  quiero, en lo que sueño.

Sí, quiero proponerme ser más  santo, más  de Dios, más humano, más misericordioso. Sí, quiero ser más libre, más  auténtico, menos crítico, más positivo., menos quejumbroso. Sí, quiero salir de mí mismo, de mis miedos y mis manías. Sí, quiero vencer el pesimismo y abrirme  a lo nuevo con un corazón de niño. Sí, quiero tener más  coraje, porque creo que es una virtud que escasea y quiero ser valiente.

No quiero desanimarme ante la primera dificultad. Sí, quiero saber  que la vida  me la da  Dios para que la aproveche, siendo feliz y haciendo felices a otros.

Pero  de nuevo,  a medida que enumero la lista de buenas intenciones, me parece todo demasiado vago y general. ¿No me pasará lo mismo al llegar diciembre? No pensaré que sigo siendo el mismo, igual de mediocre, de tibio y poco santo?.

No lo sé.  No quiero adoptar una postura negativa ante el futuro. Es verdad que mis miedos al mirar el futuro me hacen temer lo peor. Pero yo creo que puedo hacer las  cosa nuevas. Día  a día. Sin prisas. Pero siempre con Dios. Con sus manos. Con su poder.  Aunque mi dolor sea el de siempre. Y mi mediocridad conocida.

No pienso en propósitos típicos, como adelgazar, hacer más  deporte, o leer más libros. Esto  me parece más  de lo mismo. Pienso en algo  que  sea más importante.   ¡Cuál es mi prioridad para este nuevo año? ¿Qué acento pongo?¡Cuántas páginas en blanco `para que yo las  escriba!. Dio y yo. Tantas horas  días y meses. Todo dispuesto para volver  a empezar. Pienso en lo que deseo, en lo que quiero. Me pongo manos  a la obra. Vivo en Dios. 

Antonio

Comentarios