REFLEXIÓN.

DOMINGO 26º TIEMPO ORDINARIO CICLO A.

La parábola  de los dos hijos llamados  a trabajar en la viña  del   padre, sugiere que en la perspectiva  de Dios todos sus hijos son iguales y tienen la  misma responsabilidad en la construcción del Reino. Dios tiene un proyecto para el mundo y quiere ver  a todos sus hijos, sin distinción de raza, de color,  de estatus  social, de formación intelectual, implicados en la realización de ese proyecto. Nadie está dispensado de colaborar con Dios en la construcción de un mundo más humano, más justo, más verdadero, más fraterno.

Ante la llamada de Dios, hay dos posibles respuestas. Hay quienes escuchan la llamada  de Dios, pero no son capaces   de vencer el inmovilismo, la pereza, la comodidad, el egoísmo, la  autosuficiencia y no van ha trabajar  a la viña, aunque le hayan dicho sí,; y hay quienes  acogen la llamada de Dios y le responden de forma generosa.

¿De qué lado estoy yo?

En nuestras comunidades cristianas aparecen, con alguna frecuencia, personas que saben todo sobre Dios, que se consideran  privilegiadas, pero que desprecian  a sus hermanos y no tienen un comportamiento religiosamente correcto. No tenemos ninguna  autoridad para catalogar a las personas, para excluirlas y marginarlas. En la perspectiva  de Dios lo esencial, es que haya acogido la llamada de Dios y que  quiera trabajar en su viña.

Antonio

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