Domund 2023



REFLEXIÓN.

DOMINGO 29º TIEMPO ORDINARIO CICLO A  DOMUND-

La celebración del Domund nos ayuda  a entrar en uno de los espacios más originarios y auténticos de la Iglesia, este es un ámbito donde  domina la dinámica de la entrega. No es posible la misión sin darse, fiándose completamente del único Dios, vivo y verdadero. Aquí se pone de manifiesto la identidad del verdadero misionero:”Corazones fervientes, pies en camino” es el lema del Domund de este año.

Tres son los elementos identitarios que definen al misionero: el corazón, los ojos y los  pies.

El corazón lleno del fuego de Dios: en los momentos de desconcierto y desánimo, el Señor toma la iniciativa de acercarse a los suyos y de caminar  a  su lado y llenar su corazón  con la Buena Noticia de la salvación contenida en las Escrituras. El corazón del misionero está  en el Corazón de Cristo. Esta es la cercanía en Cristo con todos los misioneros del mundo, en particular a  aquellos que atraviesan un momento difícil.

Los ojos abiertos que reconocen al Señor al partir el pan. El  discípulo misionero es quien ha visto con sus ojos al Señor y lo ha reconocido presente en el mundo, presente en la Iglesia, presente en la Eucaristía. El misionero trabaja para partir el pan material y el pan eucarístico y compartirlos con los hombres de este mundo allá donde estén. Esta es la acción misionera por excelencia.

Los pies en camino para anunciar a Cristo resucitado. Los que han reconocido al Señor en las Escrituras y en la Eucaristía, los que  llevan su fuego en el corazón y su luz en la mirada pueden testimoniarlo, incluso en las situaciones más difíciles y en los momento  más oscuros. Los pies  que se  ponen en camino nos recuerdan la validez perenne de la misión, la misión que el Señor resucitado dio a la Iglesia de evangelizar  a cada persona y a cada pueblo hasta los confines de la tierra. Hoy más  que nunca la  humanidad, herida por tantas injusticias, divisiones y guerras necesita la Buena Noticia de la paz y de la salvación de Cristo. 

Los misioneros con sus limitaciones personales y de medios, cultivan la esperanza y la ofrecen al mundo. Entregando la vida por el evangelio, son para cada comunidad cristiana un regalo y un estímulo de oración interior y compromiso. Porque la misión es de todos.

Que  María, nuestra Madre, la Estrella  de la Evangelización, la primera discípula misionera de su Hijo Jesús, nos ayude e interceda por nosotros para que  llevemos  a Cristo a tantas  personas  necesitadas  de su amor.

Antonio 

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