Tiempo de Vacaciones

 


VERANO TIEMPO DE VACACIONES.

¡Qué difícil nos resulta  a veces  descansar bien! Cada año, al acercarse las  vacaciones, siempre el mismo desafío. Llegamos con el alma cansada. Son muchos caminos. Muchos  momentos guardados en el alma. Buscamos la calma y el descanso. Hacemos  algo distinto. Esperamos a descansar de verdad, para volver renovados. Tenemos en ocasiones demasiadas expectativas con este tiempo. Queremos que sea perfecto. Luego no suele ser y nos decepcionamos. Las vacaciones  son un tiempo para descansar y agradecer. Siempre, es verdad, siempre todo puede ser mejor. Tal vez  este año ha sido duro. Y en su dureza puede costarnos encontrar motivos por los que alegrarnos. Queremos entregarle  a Dios, en primer lugar, las cosas difíciles, las cruces, los momentos de oscuridad, las enfermedades, las pérdidas, los pequeños y grandes fracasos, las ausencias, las discusiones, los motivos para criticar a otros, los desencuentros. Sí, hay cruces con las que cargamos cada día sin darnos cuenta, y, a lo mejor hemos cargado con muchas. Porque nos tocaba, `porque otros no podían hacerlo. Porque si no lo hacíamos se quedaba sin hacer. Porque  nosotros éramos necesarios. En fin, muchas razones para cargar  por los caminos.  Deberes, compromisos, responsabilidades. Pesa el alma. Sí, queremos descansar. El Señor nos dice: “Venid  a mí los que estáis cansados y agobiados, y Yo os  aliviaré”. Queremos agradecer  a Dios porque nos  sostiene en esos momentos, porque nos espera en lo alto  de la cuesta, al final  de la etapa. Nos ayuda  a caminar. Nos levanta cuando caemos y estamos frágiles. En Él revivimos y nos ponemos  de nuevo en camino. Su presencia nos sana y alivia

Este tiempo de verano debería  ser un tiempo santo para nuestra búsqueda constante del Señor, para el reencuentro con nuestras raíces  cristianas, para orar, reflexionar y compartir la fe y el testimonio, para participar en la mesa de la Eucaristía y la escucha  de la Palabra, también, cómo no, para pasarlo bien. Y también no olvidemos a los que por diversas circunstancias  no tiene o no pueden disfrutar de vacaciones..

Las vacaciones no son un tiempo para no  hacer nada. Es un tiempo que Dios nos da para hacer cosas distintas a las de todo el año. Para cuidar otros aspectos de nuestra vida. Para leer, pasear, para visitar, para estar con las personas a las que  queremos, para cuidarlos momentos  de diálogo y descanso con los otros. Las vacacione son un tiempo privilegiado para crecer, para aprender cosas nuevas, para avanzar en el camino espiritual. La vida es distinta cuando aprendemos  a vivirla con el Señor.

Que María, nuestra Madre, nos ayude a  vivir sanamente este tiempo de vacaciones y nos ayude, al igual que Ella, a estar atentos  a las necesidades de los demás.

Antonio

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