La cizaña

 

 


REFLEXIÓN.

DOMINGO  XVI  TIEMPO ORDINARIO CICLO A.

La cizaña crece junto al trigo, pero su aparición no es espontánea ni fruto  del azar, sino que es sembrada por alguien, incluso puede confundirse con él en un principio, se corre el riesgo grande  si trato de arrancarla, pues puedo arrancar también el trigo. No hay más remedio, deben crecer juntas. Y aquí aparece la primera dificultad, hay que saber distinguir lo que es buena semilla, y la que es mala, y esto a veces no es fácil. Si no lo hago bien puedo confundirme. Jesús  siembra la buena semilla en nuestro corazón y espera que germine, y no entiende  como  a veces no da buenos frutos, sino todo lo contrario. Lo que ha sucedido es que en vez de escoger la semilla del  buen sembrador, escogemos otras.

Por otro lado, ya sabemos que  a  Jesús hay algunos pecados que le suenan peor que otros. Lo hemos oído y citar en más de una ocasión su desagrado con: los que prestan dinero a usura, los que presumen de los buenos   que son, los que estafan a inocentes y confiados en las personas, los que no se ocupan de los necesitados. Y hoy como ejemplo de mala hierba, nos pone  a la cizaña, todos sabemos que se entiende por una persona cizañera: son aquellos que pasan su vida sembrando mal ambiente allá por donde van, son portadores  de celos, envidias, difamaciones. Tiran la piedra y esconden la mano, utilizan malos gestos, malas palabras, en definitiva crean mal ambiente. Desde luego estos no son los preferidos de Jesús.

Las parábolas  del grano de mostaza y de la levadura completan la  anterior. Las dos hacen alusión a como es el Reino   de Dios. Es como un grano de mostaza pequeño, pero que cuando germina se hace el más grande  de los árboles, o como la levadura que hace que toda la masa fermente, crezca y con ella se puedan hacer  grandes cosas. Así debería ser nuestra vida de fe, lo que empezó en el bautismo y poco  a poco ha debido ir creciendo y haciéndose grande dentro de mí, con la participación de los sacramentos, con la vivencia  de los valores cristianos, con mi vivencia  de lo que significa  ser discípulo de Jesús.  Tengo que saber cómo es  de robusto el árbol de  mi fe, ¿ha crecido con el tiempo o está igual que cuando era pequeño, me he preocupado de cuidarlo, de podarlo, de echarle  agua apenas ha prendido y le he descuidado totalmente.

La parábola de la levadura va en la misma dirección. Mi vida de fe, debería ser fermento en los ambientes  donde vivo, debería notarse, debería contagiar a las personas que viven junto  a mí. Eso es lo que hace la levadura. ¿Soy yo levadura para los demás?

Cada uno se conoce y delante del Señor sabe cuál es su nivel de compromiso, por eso le tenemos que pedir que no nos deje, que su Espíritu nos guíe y no conduzca para ser verdaderos cristianos  en nuestra vida diaria.

Este  domingo celebramos la tercera Jornada Mundial por los  Abuelos y Mayores. El Papa Francisco ha elegido como lema para este año:”Su misericordia  se extiende  de generación en generación” y así nos recuerda que son los ancianos  quienes  nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Tanto la Iglesia  como la sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su  compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados.

Antonio

                                                                                       


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