DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO CICLO A.

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Esta consoladora invitación de Jesús, está  dirigida a  todos en general. Sus palabras eran verdaderas porque estaban avaladas por los hechos. Son muchos los casos narrados por los evangelios en los que aparece el gran corazón que Jesús tenía para compadecerse  de las necesidades ajenas, fuesen materiales o espirituales. No pensemos  que eso acontecía tan sólo mientras vivía físicamente ente los hombres.  Jesucristo sigue vivo, pues resucitó, y está presente en medio de nosotros no como un recuerdo sino de verdad: en la Eucaristía, en su Palabra, en los sacramentos, cuando nos reunimos en su nombre.

Tampoco las necesidades y angustias  son  cosas pasadas. Lo sabemos muy bien. Todos tenemos; unos más que  otros, pero todos bastantes. Algunos incluso están hundidos, con depresión y sin ganas de vivir. Es la hora de acudir a Jesús y confiarse en él. En este momento necesitamos especial recurrir al Señor, porque los sufrimientos originados por la pandemia están siendo grandes y son muchas las personas que están afectadas seriamente. Además hay multitudes  hambrientas en África y Asia, innumerables desplazados y refugiados, miles  de emigrantes que  arriesgan su vida buscando otra más  digna. Jesús pone sus  ojos en todos ellos.

Jesús es el gran  liberador  de la opresión. No quiere que vivamos agobiados, ni cansados, sino libres.

 Para un cristiano vivir descansado y sin agobios es vivir  de acuerdo con la palabra de Jesús, vivir clara y llanamente, siendo transparente y coherente con nuestra forma de pensar y sentir, no criticar ni imponer ideas a  los demás.

Jesús promete alivio y descanso a todos, pero pone esta condición: que aceptemos su yugo y aprendamos  de él a ser humildes y mansos. El verdadero yugo de Jesús es la ley del amor. El verdadero remedio para las heridas  de la humanidad, cualquiera  que sea la herida, es una regla  de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor  de Dios.

Pidamos  a Jesús que, mediante su Palabra y la comunión de su Cuerpo y Sangre nos ayude a comprender y vivir su mensaje tan reconfortante y consolador y tan exigente a la vez.

Al inicio de las vacaciones  de verano la Iglesia celebra la Jornada de responsabilidad en el tráfico con el lema:”Jesús recorría las ciudades y pueblos. “El transporte y la movilidad: creadores de trabajo y contribución al bien común”

Es una ocasión propicia para agradecer a tantos  sacerdotes, diáconos y laicos, que generosamente cada domingo se ponen en camino, para llevar a todos los pueblos y ciudades, la Palabra de Dios y el pan de la Eucaristía. Es la Iglesia en salida.

También es ocasión para agradecer  al Señor el trabajo sacrificado y callado de tantos transportistas que durante los largos días de confinamiento por el coronavirus, han expuesto su vida, conduciendo noche y día en circunstancias poco agradables, prestando así un valioso servicio  a la sociedad. También es una llamada  a todos los conductores para que  se guíen con prudencia y responsabilidad y así evitar accidentes.

Antonio

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