Jesús sabe que va a su sacrificio,
hace en su última cena testamento,
un mandato de amor y un sacramento,
pilares de su sólido edificio.
Da ejemplo de humildad y servicio,
a los llamados a su seguimiento
con su íntima renuncia y vencimiento
de su repulsa humana ante el suplicio.
Él es la oblación pura, Nueva Alianza,
su inmolación perdona la condena,
nos destina a herederos de la gloria.
En la cena inaugura la esperanza
de eterna vida, rompe la cadena
con su mística entrega expiatoria.
Enma M. R.A. Valdés
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