Corazones nobles

 


CORAZONES NOBLES.

Dios llama a quien quiere y como quiere. Y no elige a los sabios o a los más capaces. Esto  desconcierta. Yo creo que debería elegir  a los más  capaces, a los brillantes,  a los que saben hacer  bien las cosas. Siempre me impresiona la sabiduría  humana y me  atraen las personas cultas que saben de muchas cosas y resuelven problemas. Aquellas con las que es fácil hablar de temas muy diferentes e interesantes. Me gustan los que saben salir  de cualquier dificultad que se les plantea y tiene respuestas en las circunstancias más adversas.

Dios  elige lo necio, no lo sabio a los ojos del mundo. Elige al ignorante para desconcertar al que sabe. Porque es el poder de Dios el que se ve. Y así la sabiduría humana no entorpece la obra de la cruz del Señor. A Dios no le interesan mis títulos, mis éxitos, mis logros académicos. No le interesa que tenga muchos postgrados. Quiere, eso sí, que sepa levantarme después  de una caída, que esté  dispuesto a luchar en los momentos de más debilidad, que no me aleje cuando pruebe el dolor  de la derrota, que no deje de confiar cuando  me ha fallado, que no deje  de amar cuando me odien.

Quiere corazones  nobles que no tengan todas las respuestas pero sepan amar. Porque  al final sólo el amor cambia  al mundo. Jesús llamó a unos pescadores. Para confundir a los sabios, para hacer que la sabiduría humana fuera algo secundario. Claro que aporta que yo sepa hacer cosas, es un regalo que pueda entregar mis conocimientos. Pero eso no es lo importante. Justamente  es en mi necedad actúa Dios con su poder, con su gracia. En mi oscuridad en el entendimiento se manifiesta su luz.

A Dios le gusta mi apertura para dejarme educar y mi disponibilidad para dejarme enviar allí donde me mande. Son mis actos  de amor, mi forma de  darme lo que convierte el corazón de los hombres. Es en mi humildad donde se manifiesta la sabiduría  de Dios en mí. Por  mucho que hable  de misericordia y del amor, si no lo vivo, si no soy un testimonio de ese amor en el mundo, mis palabras estarán vacías y no sembrarán vida. Solo no puedo, pero Dios me llama para ir  en su Palabra a  anunciar la verdad.

Antonio

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