DOMINGO 4º TIEMPO ORDINARIO CICLO A.

 

REFLEXIÓN.

DOMINGO 4º TIEMPO ORDINARIO CICLO A.

El “Reino” anunciado por Jesús es un don de Dios y debe  ser acogido con fe. Para el creyente la dificultad se vence  confiando en el Señor que no nos quiere hundidos en la  aflicción y la miseria  de la vida sino que nos invita a construir un mundo nuevo, su Reino. Pero esto no es algo inmediato, no es  algo que  se logra de un día  para otro; de un camino de vida que  exige seguimiento sincero del Señor, con espíritu de conversión.

Nuestra  vida es un don del amor  de Dios y, por eso obra suya, toda nuestra existencia está  orientada a ser un continuo diálogo con Él, colaborando en completar su proyecto  de amor por los hombres. La finalidad de ese plan, que se realiza plenamente en Cristo, es la felicidad de cada persona. Pero nadie puede ser feliz aislado, pues nuestra vida tiene una  vocación comunitaria. La comunidad conforma el Cuerpo de Cristo, donde muchos  miembros forman un solo cuerpo.

Como creyentes  sabemos que, además de la realidad familiar y social a la que pertenecemos, es en la Iglesia, y de manera especial en la Parroquia, donde se crece en la fe y se construye cada día el Reino de Dios y lo hacemos mediante:

La Palabra de Dios, con la catequesis de niños, jóvenes y adultos como espacio privilegiado para el anuncio del evangelio y los valores cristianos.

Las  celebraciones  litúrgicas especialmente la Eucaristía.

El testimonio de vida cristiana de los miembros   de la comunidad.

El compromiso de caridad especialmente a las personas necesitadas, pobres, enfermos, discapacitados, ancianos, los que sufren soledad o dificultades económicas, falta de trabajo o pasan por el duelo por  sus seres queridos. Estos  son los verdaderos bienaventurados de hoy que llenan la vida cristiana parroquial de bienaventuranza.

Antonio

Comentarios