Reflexión sobre la Salve

 



DIOS TE SALVE, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA

María es la Madre que nos lleva a la reconciliación y a la misericordia. Ella siempre sale  a nuestro encuentro. En la Anunciación-Encarnación María  se convierte en Madre de la Misericordia cuando acoge a Dios que se hace hombre. Ella  es capaz de aceptar el gran misterio que se presenta ante su corazón.

María, ofrece su vientre para recibir el caudal infinito de misericordia que el mundo clama. El lugar más sagrado de la humanidad es el vientre de la mujer. Sin embargo hoy lastimosamente se ha convertido en el lugar más peligroso de todos.

 Al pie  de la cruz, acompaña  a su Hijo. En la cruz la Madre de la misericordia hace explícita su maternidad espiritual por cada uno de nosotros.

VIDA, DULZURA Y ESPERANZA NUESTRA.

La  fe en Jesús es ante todo vida. Vida en el Espíritu de Jesús. Una fe hecha vida porque nos hemos encontrado con una Persona que se hizo carne en el seno de María y que resucitó. Si no hacemos vida la fe, nuestra fe estará muerta.

Es una experiencia tremendamente vivencial en nuestra fe contemplara María embarazada. La Virgen por la fe nos toca, nos acaricia y por eso nos transmite  vida. La fe en Ella es real, es existencia auténtica, es Vida. Ella Madre viva y dulce que porta la  mayor esperanza para nosotros.

No hay nada más  dulce que el calor  de una madre. Cuando caemos en pecado- como el hijo pródigo-estamos muertos pero por la misericordia de Dios volvemos a la vida y ese camino lo recorremos de la mano de María quien silenciosamente nos lleva al encuentro con Jesús.

Ella es la VIDA, LA Madre de nuestra vida espiritual. Busquemos siempre la dulzura de la Madre. Solamente hay esperanza cuando hay necesidad, cuando nos falta algo. Sin misericordia no hay esperanza. Cuando pecamos nuestra única esperanza es la misericordia. La Virgen María, nos consuela, nos da esperanza, nos anima y alienta a salir  de la muerte y regresar al Señor  de la Vida.

DIOS TE SALVE, A TI CLAMAMOS LOS DESTERRADOS HIJOS  DE EVA.

Somos hijos  de Eva y por ello tenemos la huella del pecado original. Estamos desterrados, sí, pero con la posibilidad de que nuestra Madre nos lleve  de su mano. A veces como niños no sabemos necesariamente donde nos llevan, pero confiamos totalmente en nuestra Madre. Ella  si lo sabe y es lo mejor para nosotros.

A TI SUPLICAMOS, GIMIENDO Y LLORANDO EN ESTE VALLE  DE LÁGRIMAS.

“Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”. Nuestra vida es una mezcla de alegrías y dolores. Si se llora en el Señor  de la mano de María seremos bienaventurados, tendremos el consuelo.

De la herida puede nacer vida. Para ello hay que ir al corazón. Ella tiene una herida permanente. De su corazón atravesado brota amor y pureza  abundante. Es una herida abierta permanente de amor inacabable. Del corazón de María, fluye permanente sangre de amor.

EA, PUES  SEÑORA ABOGADA NUESTRA.

María es intercesora, la que pide clemencia por nosotros. María fue invitada las bodas  de Caná por su amistad con los novios. Seguramente al acabarse el vino, la novia debe haber buscado o mirado  a María con ojos  de angustia. Si tenemos un problema o una necesidad, buscamos a nuestros amigos para que nos ayuden. Ella intercede como nuestra amiga ante la necesidad.

VUELVE  A NOSOTROS, ESOS OJOS MISERICORDIOSOS.

María nos mira con unos ojos vivos y tiernos. ¿Quién puede resistir la mirada  de María? La misericordia nos invita a mirarnos con los ojos  de Dios. Cuando nos miramos con los ojos  de Dios nos miramos con amor. Él siempre nos ve con misericordia. Y así como Dios Padre nos ve con misericordia, nuestra Madre del cielo nos mira con sus ojos de misericordia siempre. Esto es real no es ficción. Es fe mariana auténtica.

Y DESPUÉS DE ESTE DESTIERRO MUÉSTRANOS  A JESÚS, FRUTO BENDITO  DE TU VIENTRE.

María nos lleva  a Jesús, nos lleva  a la misericordia, nos lleva  a la Eucaristía, nos lleva al confesionario y Ella nos muestra el fruto bendito de su vientre. Ella intercede, nos cura la herida, las venda con cariño. Sin embargo, lo más importante es  que nos lleva a Jesús, a la misericordia.

En la Visitación a su prima Isabel Ella lleva el fruto bendito de su vientre ¡Qué experiencia de misericordia debe haber sentido Isabel cuando María la visita, la cuida, la mima y la atiende! Ella nos muestra a su Hijo como lo hace con Isabel en la Visitación.

OH CLEMENTE, OH PIADOSA, OH DULCE VIRGEN MARÍA.

María no reclama  a los apóstoles cuando estos traicionan a su Hijo. No les dice ¡Desaparezcan de mi vista! Todo lo contrario. María reúne a la comunidad de los apóstoles y les quita el miedo y les  da  la esperanza de la resurrección. Así mismo en Pentecostés les acompaña y les sostiene en medio de la oración.

Su clemencia dulce nos invita a despojar del corazón todo miedo, a la ternura y a la misericordia que queremos brindarle al mundo.

 

Antonio

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