Estate, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y, cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo;
de si tú sin mí te vas.
LLévame en tu compañia,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo;
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.
Por eso, más que a la muerte,
temo, Señor, tu partida
y quiero perder la vida
mil veces mas que perderte;
pues la inmortal que tú das
se que alcanzarla no puedo
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mi te vas.
Fray Damian de Vegas
Comentarios