DOMINGO 5º DE CUARESMA
CICLO C
El evangelio nos
habla de perdón. Toda una catequesis con la que Jesús nos enseña a perdonar Quien solamente tiene
derecho a condenar y castigar elige, en cambio. Perdonar.
Imagina a la mujer a la que acusan de pecar, sorprendida en adulterio. Ponte en
el lugar de ella. Su mirada en el suelo, miedo en sus pasos, lágrimas en su
rostro. Espera un juicio severo y tal vez
la muerte. Ante el gesto de Jesús, se siente salvada y perdonada. Sin negar la culpa la absuelve.
Jesús sin reproches añade solamente,” yo tampoco te condeno, vete
en paz y no peques más”. La mujer nos representa, a mí, a ti a todos los
pecadores de todos los tiempos.
Imaginemos ahora que formamos parte de los escribas y
fariseos que piden justicia. Ellos ya la habían juzgado y condenado. Esperan de
Jesús que respalde su actuar. De lo
contrario también le juzgarán a él de
mal judío y de no cumplir la ley de Moisés.
En muchas ocasiones nos identificamos con ellos. Juzgamos,
dictamos nuestras sentencias, casi siempre condenatorias, a quien se equivoca,
a quien peca. Exigimos una justicia
exigente y rotunda. Jesús les propone en primer lugar, que para juzgar a los
demás antes se juzguen ellos. “El
que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Esta norma sencilla
y sensata hace que se juzguen, se apliquen la ley que quieren aplicar a la mujer.
A Jesús le nombran juez, le otorgan la autoridad para juzgar, pero es un encargo envenenado. Más que juzgar,
esperan que la condene. Con un lenguaje
de signo, sin hablar, se inclina, escribe y así demuestra que es juez válido y prestigioso. No sabemos lo que
escribió, sí que escribió una nueva
sentencia: PERDÓN. Escribe
aquello que les había enseñado a
sus discípulos al enseñarles a orar:
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos (a los demás).
Pedir y ofrecer
perdón, esa es la receta para
recomponer el corazón humano.
Dios que no se cansa de perdonar, nos llama a una actitud
de permanente transformación. Todos
necesitamos convertirnos.
Antonio
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