DÍA DEL SEMINARIO
Con el lema:”SACERDOTES AL SERVICIO DE UNA IGLESIA EN
CAMINO”, celebramos, en medio de la Cuaresma, el día del Seminario. Con ello se nos invita a
reflexionar sobre la importancia y necesidad de sacerdotes para la vida de la Iglesia. Una Iglesia que es peregrina por naturaleza y que siempre
está en camino.
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”
(1 Tim.2,4) y para ello envió a
su Hijo al mundo, el cual con su vida, muerte y resurrección realizó la
obra de la salvación. Ahora bien, lo que
el Señor ha realizado, hay que proclamarlo y difundirlo hasta los confines de la tierra, de modo que lo que Él ha
efectuado una vez para la salvación, consiga
su efecto en todas las gentes en todos los tiempos.
Por ello fundó la Iglesia, que es signo e instrumento de salvación y, en la cual, los sacerdotes
actúan como enviados de Cristo que le hacen
presente como Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia. Dios se sirve
de ellos, como instrumentos, para que, mediante la predicación de su
palabra y la celebración de los Sacramentos, cuiden de los fieles y les hagan
partícipes de la salvación que Él quiere para todos.
Cada día experimentamos
la falta de sacerdotes para
atender las necesidades del Pueblo de
Dios. No puede haber vocaciones
sacerdotales sin una comunidad cristiana madura, que viva y transmita la
fe.nos dice el Papa Francisco.
La vocación al sacerdocio, es una llamada de Dios. Él es
quien habla al corazón de cada uno.
Pero, para hacerlo, se vale de diversas
mediaciones que, directa o indirectamente, sirven de instrumento para hacer
resonar esa llamada.
Una de esas mediaciones son los propios
sacerdotes, que desde la vivencia gozosa del ministerio, son estímulo y
testimonio para tantos jóvenes que se
puedan sentir llamados por Dios por este camino.
La mejor mediación es
la relación personal con Dios. También es importante enseñar lo que es la
vocación sacerdotal en la catequesis y en los centros de formación cristiana, así como no dudar en
hacer abiertamente y sin miedo, la propuesta vocacional a algunos jóvenes, a los que se ven con inquietudes, para que , desde
su fe, se lo piensen y maduren una
respuesta libre.
Se necesitan sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino. Que el Espíritu Santo
los guíe y alimente. A veces, “rugen
tormentas y parece que la barca ha perdido el timón” Pero por encima de todo,
una esperanza nos llena de alegría: presencia que el Señor prometió.
Trabajemos por el
fomento de las vocaciones al sacerdocio y colaboremos con el Seminario, para
que, con la ayuda de todos podamos
contar con muchos, buenos y santos sacerdotes.
Antonio
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