DOMINGO 8º TIEMPO ORDINARIO CICLO C.

 


REFLEXIÓN

DOMINGO 8º TIEMPO ORDINARIO CICLO C.

Estamos  ante unas reglas  comunitarias  sobre la corrección fraterna y el acompañamiento como hermanos. Los  discípulos no deben juzgarse unos a otros. Al hacerlo, demuestran su ceguera y su falta  de formación. El camino que enseña  Jesús a sus discípulos es otro: renunciar  a ser jueces, abrirse a la formación de su Maestro, Jesús, y al reconocimiento  de sus propias  faltas. Solo mediante este proceso un discípulo puede proponer a otro un pequeño cambio, proponerlo no imponerlo.

El apelativo “hipócritas” que Jesús da varias veces a los doctores  de la ley en realidad es dirigido a  cualquiera, porque  quien juzga lo hace en seguida, mientras que Dios para juzgar se toma su tiempo.

Quien juzga  se equivoca, simplemente porque toma un lugar que no es suyo. Pero no solo se equivoca, también se confunde. Está obsesionado   con lo que  quiere juzgar, de esa persona-¡tan obsesionado!- que esa idea no le deja dormir. Y no se da cuenta  de la viga que tiene delante. Quien juzga  se convierte en un derrotado, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarle a él. El juez  que se equivoca de sitio porque toma el lugar  de Dios, termina en una derrota. ¿Y cuál es la derrota? La  de ser juzgado con la medida con la que juzga él.

El único que  juzga es Dios y a los que Dios  da potestad de hacerlo. Jesús, delante del Padre, ¡nunca  acusa!. Al contrario, ¡defiende!. Es el primer “Paráclito”. Después nos envía el segundo, que es el Espíritu Santo. Él es defensor: está delante del Padre para defendernos de las  acusaciones. ¿y quién es el acusador? En la Biblia se llama “acusador” al demonio, satanás. Jesús nos  juzgará, sí, al final  de los tiempos. Pero mientras tanto intercede, defiende.

Antonio

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