“Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de
Dios”. ¿Quiénes son estos pobres?.
Dios no bendice la pobreza material ni
mucho menos la miseria, puesto que
quiere que la remediemos con la
justicia y la caridad. Jesús define como “pobres” a los que lo han dejado todo
para seguirle, son los que ahora tiene
hambre, lloran o son perseguidos por la causa del Hijo del Hombre.
La experiencia nos dice lo mismo que la Escritura pone en
evidencia, que los ricos de este mundo
ponen más resistencia en el seguimiento de
Cristo, precisamente por el apego a las riquezas.
Dios bendice a los pobres, a la gente sencilla, porque
tienen más fácil la entrada en el Reino
de Dios.
Con el lema:” Nuestra indiferencia los condena al olvido”
celebramos este domingo la campaña
contra el Hambre de Manos Unidas, con sus proyectos solidarios
que además de de hacernos sentir orgullosos
por tanto bien que hacen, esta jornada vuelve a ser una llamada personal y una
invitación a rezar y sostener económicamente a nuestros, enviados y misioneros
por el mundo. Tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada
comunidad cristiana, se sientan
como “en su casa”. ¿No sería este
estilo la más grande y eficaz presentación de la buena nueva del Reino?
Seamos Iglesia peregrina, que tiene puestos
sus ojos sobre todo en el Cielo y que ni la pobreza ni la riqueza nos impidan ver.
Que vivamos siempre
con generosidad y un día lleguemos todos hasta la meta final porque hemos
amados a nuestros hermanos.
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