DOMINGO 4º TIEMPO ORDINARIO CIOCLO C

 

 


REFLEXIÓN 


“Ningún profeta es bien  mirado en su tierra”. Los  habitantes  de Nazaret creen  conocer a Jesús, le han visto crecer, saben identificar a su familia y  a sus amigos pero en realidad no comprenden la profundidad de su ministerio. Se trata de un conocimiento superficial, teórico, que no lleva a una verdadera adhesión a la propuesta de Jesús. En verdad, es una  situación que puede que no sea para nosotros del todo extraña: tratamos todos los días con Jesús,  somos capaces  de hablar sobre él, pero, ¿su propuesta tiene  impacto en nosotros y transforma nuestra existencia?

“Haz también aquí en tu tierra  lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”, le piden  los habitantes  de Nazaret. Esta es la actitud de quien busca a Jesús para contemplar su espectáculo o para resolver sus problemas personales. Supone la perspectiva de un Dios comerciante, a quien  nos acercamos para hacer negocio con él.

¿Quién es nuestro Dios?,  ¿el Dios  de quien esperamos espectáculo para nuestro divertimento, o el Dios que en Jesús nos presenta una propuesta seria de salvación que es necesario hacer realidad en la vida cotidiana?

El Evangelio nos propone una reflexión sobre el “camino del profeta”: es un camino en el que se  lucha, permanentemente, con la incomprensión, con la soledad, con el riesgo. Es, sin embargo, un camino al que Dios llama para recorrerlo, en fidelidad a su Padre.

¿Tenemos el coraje  de seguir ese camino?

¿La habladurías  de los otros, las críticas que hieren, la soledad, y el abandono nos han impedido alguna vez  cumplir con la misión que nuestro Dios  nos confió?

Señor  Jesús, nosotros te reconocemos como el profeta enviado por Dios para anunciarnos su misericordia. Líbranos  del pecado de rechazarte a ti y de ignorar tu mensaje  de  gracia y de salvación..


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