DOMINGO
3º TIEMPO ORDINARIO CICLO C.
Según Lucas, es Jesús mismo quien selecciona un pasaje del profeta Isaías y se lo lee a los vecinos
de su pueblo para que puedan entender mejor el Espíritu que lo anima, las
preocupaciones que lleva dentro de su
corazón y a la tarea a la
que se quiere dedicar en cuerpo y alma:
“El Espíritu del Señor está
sobre mí. Él me ha ungido”
Jesús se siente ungido por el
Espíritu de Dios, impregnado por su fuerza.
“Me ha enviado a dar
la Buena Noticia a los pobres”. A Dios
le preocupa el sufrimiento de la
gente. Por eso, su Espíritu le empuja a
Jesús a dejar su pueblo para dar la
Buena Noticia a los pobres. Ésta es su gran tarea: poner esperanza en los que sufren. Si lo que
hacemos y decimos los cristianos no es
captado como “Buena Noticia” por los que sufren, ¿qué evangelio estamos predicando?, ¿a qué
nos estamos dedicando?
Jesús se siente
enviado a los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos. Son los
que más dentro lleva en su corazón los que más le preocupan.
¿Qué ha sido de la gran preocupación de
Jesús? Aquí no hay escapatoria posible. La Iglesia es de los que sufren, o deja
de ser Iglesia de Jesús. Si no son ellos quienes nos preocupan, ¿de qué nos estamos
preocupando?
Jesús tiene claro
su programa: sembrar Libertad, Luz y Gracia. Esto es lo que desea
introducir en aquellas aldeas de Galilea
y en el mundo entero.
Nosotros podemos dedicarnos a juzgar y condenar la sociedad
actual; podemos discutir de todo;
podemos lamentarnos de la indiferencia religiosa, pero lo importante es que si
seguimos el programa de Jesús, nos
sentiremos llamados a poner en el mundo libertad, luz y gracia de Dios.
¡De dónde nos llegará esa fuerza: siguiendo los pasos de
Jesús!
Antonio
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