Mi amigo Juan

 

 


Mi amigo Juan

Juan, en los últimos  momentos  de su enfermedad me  cuenta:” Quiero darte una  noticia. Me vieron ayer los médicos y que  me voy a la casa  del Padre dentro  de poco. No sabemos cuándo. Porque eso no se sabe si es un  día u otro. Así lo ha querido Jesús. Gracias  a Dios tengo mucha paz. Que reces para  que continúe así. De momento estoy bendecido. Es lo que el Señor  ha querido  de mí, lo mejor  para mí y lo que más  feliz  me puede hacer. Gracias por  todo, te quería  avisar. Dame  un abrazo”

Estas palabras me rompieron por  dentro al saber  que esa misma noche fallecía con paz y se fue  a la casa  del Padre. Me conmueve  su sencillez, su verdad, su fuerza. Dice  que  hemos ganado la batalla, justo cuando  se estaba muriendo. La batalla  de la vida, la batalla de la felicidad.

Para el mundo hoy la batalla está perdida en cuanto muero. Sólo quedan el silencio, las cenizas, el recuerdo. Parece que pierdo la batalla porque el mundo está  lleno de vida y la que muere abandona este mundo. Mi amigo Juan ya  ha partido, su mirada no es la del mundo. Él siente  que también morir  es una victoria, como fue  una victoria  la muerte de Cristo. En ese momento de verdad  de su vida se conoce  feliz besar el plan de Dios.  Que al fin y al cabo  es la mejor  victoria.

¡Quién puede comprender la  mirada de Dios en  esos ojos  santos!

Al escuchar estas palabras me conmuevo. Juan vivió su enfermedad y su muerte mirando a las estrellas, confiando. Hay personas a las  que la enfermedad les purifica, las  llenan de luz y les hacen transparentes, dejan ver a  Dios mirando con sus ojos.

Juan se volvió luz para muchos. Ojalá  aprenda yo a añorar tanto esa vida.

Antonio

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