Jesús afirma que el
matrimonio tiene su origen en el mismo corazón de Dios, que transmite el amor y
nos confía el misterio de la vida.
Los hijos son el milagro. Los esposos
son una sola carne bendecida por el amor para toda la vida.
Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios
“los creo hombre y mujer”. Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha
creado al varón con poder sobre la mujer.
Desde esa
estructura original del ser humano, Jesús ofrece a visión de matrimonio que va
más allá de todo lo establecido por la
Ley. Mujeres y varones se unirán “y serán una sola carne”. Para iniciar una
vida compartida en la mutua entrega sin
imposición ni sumisión.
Hoy son una realidad evidente las numerosas separaciones matrimoniales y que la fidelidad
es un valor claramente a la baja.
Muchas y muy diversas son las causas y
las situaciones que se
generan y con frecuencia muy dolorosas. La frase de Jesús¨”lo que Dios
ha unido, que no lo separe el hombre” tiene su exigencia antes de que
llegue la ruptura, pues las parejas se van separando poco a poco, en la vida de cada día. Nosotros tenemos que ofrecerles, respeto, escucha discreta, aliento para vivir y, tal vez, una
palabra lúcida de orientación.
Hoy también se nos habla
de los niños. Los discípulos se
molestan y tratan de impedir que se acerquen
a Jesús. Se han olvidado de cómo los ha abrazado delante de todos, invitándoles a acogerlos en
su nombre y con mucho cariño.
Hoy en día hay niños
descartados desde el seno materno, a otros
se les marca la vida con trabajos físicos y hambre. Pero también hay
personas que adoptan niños huérfanos,
necesitados de cariño, ayudan a construir escuelas, dan catequesis, prestan
ayudas sin fronteras.
Podemos terminar con una pregunta:¿Qué significa para
nosotros hoy abrazarlos y bendecirlos?
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