No quiero poner la pandemia
como excusa cuando no vivo como deseo. El confinamiento, la crisis
económica, el miedo justificado a la
enfermedad. A veces pienso que la pandemia me sirve
de excusa para no moverme. Si no cuido
a mis familiares y a mis
amigos que están lejos es por
la pandemia. Si no me preocupo más del
que más necesita es por la pandemia. Si no he mejorado mis relaciones
personales será por la pandemia. Si no avanzo es por la pandemia, es decir que
la pandemia tiene la culpa de todo lo
que me sucede.
La pandemia es una buena excusa. Evita que me esfuerce. Y así
aprendo a vivir acomodado, relajado, escondido en mi cueva, y feliz, todo
parece más fácil. Y la vida se me escapa entre los dedos sin vivir lo que me
toca, en presente. De nada me valen las excusas cuando las cosas no son como yo
quiero.
Desde pequeño me inventaba muchas excusas para no hacer lo
que no quería, para justificar mi pereza y darle un sentido a mis fracasos. La excusa me sirve
para seguir siendo como soy sin buscar cambios. Algo siempre justifica mis
actitudes, mi forma de actuar en el mundo.
Quiero ser sincero y decir las cosas como son. No hay
excusas. La vida es como es y acepto lo que me toca vivir. Si no hago algo no
es por la pandemia. Es por mi debilidad.
He aprendido a decir lo que siento, lo que pienso, y a no guardarme las cosas por miedo a
equivocarme o herir. A llamar las cosas por su nombre. Sé que decir lo que
pienso sin miedo al rechazo me hace libre. Expresar mis opiniones y
sentimientos y sentir que estoy siendo asertivo. Decir lo que estoy pasando por
dentro. Y aceptar la realidad como es, sin excusas.
Antonio
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