DOMINGO DE LA SANTÍSIMA
TRINIDAD.
El nacimiento del
cristiano está señalado con el nombre de
la Santísima Trinidad. El bautismo, el sacramento que nos hace hijos de Dios, nos fue administrado en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Nuestra vida cristiana está marcada y rimada por la
invocación de la Santísima Trinidad. Un día, el día de nuestro tránsito, una mano sacerdotal
tocará nuestra frente persignándola definitivamente en el nombre de la
Trinidad.
Algunos dirán:” Es un gran misterio”, otros podemos afirmar:
“Sí, es un Misterio de Amor”.
La fiesta de la
Santísima Trinidad, es una invitación a contemplar a Dios que es Amor, que es
Familia, que es Comunidad y que creó a los hombres para hacerles compartir este
misterio de Amor.
Dios es así, y así se
manifiesta, es un Dios fiel a pesar de las infidelidades de su pueblo, es un Dios cercano al pueblo,
aunque éste se aleje de Él, es un Dios al que nosotros podemos
llamar: ”Padre”, y nos ha hecho hijos adoptivos.
En este día con el lema:” María en el corazón de la Iglesia”
hacemos memoria de los monjes y monjas,
“los contemplativos”, unidos a ellos en
la oración y en la plegaria que constantemente hacen al Dios vivo.
Hoy, cuando las palabras humanas son insuficientes para
expresar el misterio inefable, es necesario que la oración de adoración supla
nuestras limitaciones para que “La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el
amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo estén con
nosotros”: Amén.
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