Pascua del enfermo

 


DOMINGO 6º DE PASCUA CICLO B.    PASCUA DEL ENFERMO.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien  os he elegido, nos dice el Señor. Palabra que nos recuerdan algo fundamental de nuestra condición de cristianos: todos hemos sido elegidos por Cristo, elegidos por Dios en Cristo, ha sido él quien  ha optado por nosotros.

Esta elección  y llamada se  hizo realidad en nuestro bautismo, mediante el cual quedamos incorporados a Cristo y tiene origen en su amor, no en nuestros méritos. Es Dios quien nos ha amado primero. Nuestro ser y nuestro ser cristiano son obra del amor  de Dios. No se trata de un amor cualquiera, pues  Cristo es la medida de ese amor. El amor  de Dios es lo que hace posible que nosotros  amemos  a nuestros hermanos, como hemos sido amados por Cristo. Y esa  debe ser nuestra  seña  de identidad.

Jóvenes y mayores, cultos y menos cultos, clero y laicos, oriundos y emigrantes, tenemos muchas ocasiones  de mostrar la “catolicidad “ de nuestro amor.

En este domingo celebramos la Pascua del enfermo. El mundo  de los enfermos hoy de manera especial, es otro campo de actuación que más o menos  a todos nos toca de cerca. Cristo Resucitado, salud del espíritu y del cuerpo quiere alcanzar a todos también y de modo entrañable  a  los enfermos, y lo quiere hacer  a través de nuestra comunidad o a través de cada uno  de los cristianos seguidores suyos. Ahora su cercanía, su mano que ayuda,  su cara que acoge,  su palabra que anima somos nosotros. El enfermo le experimentará cercano cuando nos vea  a nosotros cercanos. Entonces  seremos  “pascuales” porque habremos asimilado una  de las actitudes más características de  Jesús: su cercanía  a los enfermos.

El Señor nos ha llamado sus amigos, nos pide, sin embargo que para serlo de verdad lo que a nosotros toca es que cumplamos lo que él nos dice, lo que él nos manda. Y esto es lo que debemos pedir siempre en la Eucaristía, que nos ayude  ser dignos  de su amistad, de su amor, que nos dé la fuerza  necesaria para vivir de  acuerdo con su elección. Con nuestra condición de hijos  de Dios.

Antonio

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