DOMINGO 4º DE CUARESMA CICLO B.
Nicodemo era un hombre íntegro, un buen fariseo, un personaje destacado e ilustre de la comunidad judía. Elige la noche para entrevistarse con el Maestro. Escoge un momento de intimidad y de confidencias para empaparse de sus enseñanzas, que transformen su vida. Necesitaba ese encuentro persona para sentir el calor de la sabiduría de Cristo. Como Nicodemo necesitamos también nosotros encuentros personales con el Señor. En este tiempo de Cuaresma no puede faltarnos la experiencia de escuchar la voz del Maestro en el silencio interior, busquemos un tiempo de encuentro con Jesús que ilumine nuestro corazón y nuestra vida creyente.
Lo fundamental del encuentro es el diálogo. Acoger la Palabra que nos habla del
proyecto salvador de Dios que quiere que todos los hombres se salven. Dios ama a todos los hombres hasta el extremo de dar la vida de su Hijo.
Jesús nos anima a mirar la cruz porque es allí donde está la salvación. Mirar la cruz es encontrar al Salvador.
Nos acercamos a los días santos de la Pascua, levantemos nuestros ojos y miremos la cruz. Renovemos nuestro amor al Dios que tanto nos ama que es capaz de ganarnos entregando la vida de su Hijo. Miremos la cruz como la luz que ilumina nuestra vida.
Dejemos que llegue hasta nosotros esa luz que nos transforme, que nos de vida. En la cruz descubramos como Dios nos ama. En ella sigue estando la salvación.
Que la Cuaresma que estamos viviendo nos acerque más a ese Dios que por amor a todos y cada uno de nosotros entregó a su Hijo. Que nuestra respuesta sea una vida bondadosa y generosa con todos haciendo del mandamiento del amor nuestra norma universal.
ANTONIO
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