a la vera del brocal
hallé a mi Dicha sentada.
- Samaritana:
? dónde están los ungüentillos
de nardos que te aromaban?
¿dónde la linda sortija
y dónde las arracadas?
¿dónde los cinco maridos
que tu amor enamoraban?
- Hallé mi Dicha sentada
a la vera del brocal,
cuando iba al pozo por agua.
- ¡Ay, samaritana mía,
si tu me dieras del agua
que bebiste aquel día!
- Toma el cántaro y ve al pozo:
no me pidas a mí el agua,
que a la vera del brocal
la Dicha sigue sentada.
J.M. Pemán
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