DOMINGO 33 TIEMPO ORDINARIO CICLO A. JORNADA MUNDIAL DE LOS
POBRES.
La parábola de los
talentos es clara y fácil de entender; lo importante es que cada uno sepamos aplicarla a nuestra propia vida. Todos hemos
nacido con unas cualidades y unas capacidades determinadas, después la vida nos
ha dado a cada uno posibilidades
distintas para desarrollar nuestras
cualidades y nuestras capacidades. El Señor nos va a juzgar
a cada uno según nuestras obras, pero teniendo siempre en cuenta nuestra
capacidad y posibilidad real que hemos tenido para hacer una cosa u otras. Lo que no quiere el
Señor es que seamos negligentes y
holgazanes como el siervo que recibió un
solo talento, y que renunciemos por miedo o cobardía, a poner nuestras cualidades y capacidades en acción.
Los talentos que tenemos son un
regalo de Dios, y quiere que cada uno
pongamos a trabajar con
dedicación y esfuerzo los talentos
que nos ha dado, gratuitamente
para nuestro bien y el de los que nos rodean. Si los escondemos por miedo o
pasividad, nunca se multiplicarán.
En cuanto cuándo será el momento en que el Señor nos pida
cuentas por esos talentos, no sabemos
ni cómo ni cuándo. Lo que sí podemos
cuidar es la actitud a tener durante este tiempo de espera vigilante. La vigilancia.
“Estemos en vela y vivamos sobriamente”, dice S. Pablo. Todo lo contrario a enterrar
nuestros talentos y dedicarnos a esperar a que vuelva el Señor que nos
lo encomendó.
Que el Señor pueda decir que somos “siervo bueno y fiel” y
que nuestros talentos ayuden a mejorar
las relaciones entre nosotros, la Iglesia en la que participamos y el mundo en que vivimos.
También celebramos este domingo la Jornada Mundial de los
Pobres con el lema:”TIENDE TU MANO AL POBRE” Esta Jornada fue instituida por el
papa Francisco como una llamada a poner
nuestra mirada en lo esencial y superar
las barreras de la indiferencia hacia los pobres y los que sufren.
Desde la fe, y con la fuerza del Espíritu podremos realizar
gestos que dan sentido a nuestra vida, signos de proximidad, de solidaridad y
amor que tienen su origen en Dios, y que
se convertirán, con su ayuda, en acciones concretas, que no deben ser la
excepción por celebrarse esta Jornada,
sino que realmente sean parte esencial de la vida cotidiana de la Iglesia y los cristianos, haciéndonos así
corresponsables de quienes comparten nuestra vida y nuestro camino, llevando
las cargas más débiles, superando la indiferencia. Que tengamos signos y acciones concretas que nos hagan
poner la mirada en los pobres y tender una mano hacia ellos, tanto a nivel personal como social y comunitario.
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