Yo soy El Camino, La Verdad y La Vida





“No tiemble vuestro corazón” le  dice  Jesús a sus discípulos. En los momentos más  difíciles nos pide  Jesús  que  seamos fieles y nos mantengamos firmes. Él es la roca en la que  se asientan nuestras convicciones, nos pide tener valor en medio  de las adversidades.
Y no sólo esto, sino que también nos pide que creamos:”Creed en Dios, y creed en mí” Es en los momentos de dolor, como los que estamos pasando con esta pandemia, de sacrificio y de prueba, es cuando más podemos profundizar  en nuestra fe. Es entonces cuando hemos  de creer con más fuerza, y no porque Dios  nos vaya  a rescatar del sufrimiento o del miedo, sino porque nos ama y siempre está  a nuestro lado. Sólo desde la fe podemos dar un sentido a todo cuanto sucede. “Creed en mí”, nos dice Jesús. Nuestra vida como cristianos pasa  por la adhesión a Cristo, vivida en el seno  de la Iglesia.
“En casa  de mi  Padre hay muchas estancias”. Su deseo es llevarnos a todos hacia el Padre. Es el puente, el hermano mayor  que nos lleva  de la mano. Y el Padre nos tiene ya reservado un lugar en su corazón, junto a él. Pero antes de llegar al cielo definitivo, los cristianos ya tenemos un lugar: la Iglesia. Nuestro hogar es la comunidad, la familia  de Dios. Él desea ardientemente acogernos y la Iglesia en la tierra son sus brazos, que se tienden a todos.
Tomás, el apóstol, duda y pregunta  a Jesús:”Señor, ¿Cómo podemos saber el camino? Jesús le responde:”Yo soy el camino, la verdad y la vida”
Muchos cristianos, como Tomás siguen buscando el camino. Han nacido en una cultura cristiana, han vivido formando parte  de la Iglesia, pero no encuentran el camino. Como Felipe, han estado con él y aún no lo ven. Jesús insiste: “Quien me ve  a mí ve al Padre”, Pero, a veces, nos cuesta abrir los ojos.
Los cristianos de hoy tenemos el deber  de  autoevangelizarnos y recuperar nuestro norte. Si perdemos  a Cristo como referencia y centro de nuestra fe, hemos perdido el camino. La Iglesia nos lo señala continuamente, pero a menudo nos perdemos en el laberinto del propio yo, en discusiones y enfrentamientos inútiles.
Ver  a Jesús, es ver  a Dios. Hoy, ver a la Iglesia  es ver a Dios. Por  eso los cristianos hemos  de reflejar ese rostro amoroso del Padre. Hemos de ayudarnos  y ayudar  a otros a encontrar el camino. Tenemos un enorme  potencial, el don del Espíritu Santo que nos capacita para recrear la vida de la fe.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Jesús no sólo es un guía, es el mismo camino, el único  que nos lleva  a Dios. Sus palabras, su testimonio, su vida nos conducen directamente al Padre.
Como Jesús todos estamos llamados a ser camino que lleve  a Dios, verdad que ayude a discernir y vida para los  demás. Desde aquí, caminemos hacia  el cielo, convirtiendo una parcela  de este mundo en pequeño reino  de Dios.


Antonio

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