Ascensión del Señor



La Ascensión del Señor es el primer paso de nuestra ascensión, y un paso seguro,
porque lo ha dado Él. Ya tenemos un pie puesto en el cielo. Pero ese primer paso de
Jesús hay que seguirlo con nuestros propios pasos, porque se trata de seguirle, de
seguir sus pasos en esa ascensión personal.
La Ascensión no significa la ausencia de Jesús de entre nosotros, sino un nuevo modo
de presencia. Él continúa presente “donde dos o más estén reunidos en mi nombre”,
en la fracción del pan eucarístico, en la urgencia del hombre (hambre, enfermedad,
cárcel, desnudez….) “pues lo que hicisteis a uno de estos lo hicisteis conmigo”. Pero ya
no será Él quien multiplique los panes, sino nuestra solidaridad fundamentada en Él. Ya
no recorrerá los caminos del mundo para anunciar la buena nueva, sino que hemos de
ser nosotros, sus discípulos, los que hemos de ir por el mundo anunciando y, sobre
todo, viviendo su evangelio.
Desde la Ascensión del Señor, sobre la Iglesia ha caído la responsabilidad de encarnar
la presencia y el mensaje de Cristo. Se le ha asignado una tarea inmensa, es el
principio y fundamento de la misión: ¡que no se note su ausencia!
Esta fiesta nos invita a levantar nuestros ojos, a mirar al cielo en un intento de
recuperar para nuestra vida la dosis de trascendencia, inyectar en la vida la luz y la
esperanza que nos viene de Dios.
La Ascensión del Señor es un acto de confianza. Cristo se confía a nuestras manos,
nos entrega su obra y Él mismo se nos entrega. Pero volverá a ver qué hemos hecho
con esa confianza. ¡Vamos a defraudarlo!
El momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no
faltan dificultades para su transmisión, exige poner a la Iglesia, a todos nosotros, en un
verdadero estado de misión para llamar e ir a quienes se han alejado y fortalecer la
fe, es la Iglesia en salida.
Que sepamos vivir esta fiesta celebrando el triunfo definitivo de Cristo, acogiendo con
responsabilidad y gratitud la tarea que Él nos confía. Que sepamos elevarnos y elevar
nuestro entorno para una convivencia más humana y más cristiana, que sirva a los
demás como principio de paz y esperanza.
En este domingo también celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales, en la que pedimos a los gobernantes que velen para que se respeten los

derechos e integridad de las personas en el entorno digital y no sean vulnerados para
conseguir ventajas políticas y económicas que conviertan al usuario en un mero
producto.
También que los comunicadores no perviertan con falsedad el don precioso de la
realidad que nos rodea y sepan transmitir la paz, la verdadera noticia, sin impregnarla
de nada que reste la verdad.

Antonio

Comentarios