Ascension del Señor de Antonio de Lanchares




Ascensión del Señor de Antonio Lanchares (1590 ? - 1630 ? )
Hacia 1620. Óleo sobre lienzo, 163 x 101 cm. No expuesto. Museo del Prado. Madrid

Cristo aparece en medio de la composición como eje central, y ambos lados grupos de personajes. Jesús vestido con una túnica roja, bajo la cual se ve el sudario blanco, ( símbolo de la Pasión sufrida y la muerte a la que vence), asciende en una nube y es flanqueado por dos ángeles.
Los personajes que vemos a ambos lados, representan a sus discípulos (Mt 28,16-20 “En aquel tiempo los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.”)
A sus pies Maria con túnica azul, como reina del cielo y San Bruno ¿ (fundador de los Cartujos), con su hábito blanco.
La obra quizás estuvo en la Cartuja del Paular, pues Antonio Ponz en su Viaje por España, la nombra en aquel lugar, junto con otra dedicada a Pentecostés, en la Sala Capitular de este convento.
La escena del cuadro está recogida en (Hech 1, 9): “Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube lo ocultó a su vista”. Pone a si Cristo el final de una etapa aquí en la tierra, envuelto en una nube que lo oculta para nosotros.
Cristo cierra así el círculo de venir con nosotros, permanecer y subir de nuevo al Padre en su Gloria.
La Ascensión no es la subida a un lugar que podamos situar, sino la entrada incomprensible del cielo (“Pues no penetró Cristo en un santuario hecho por mano de hombre… sino en el mismo cielo” Heb 9, 24).
También es para nosotros un adelanto de lo que nosotros mismos tendremos algún día. No de igual manera, porque Jesús es Dios, pero nosotros si salimos de Dios, volveremos a El.
Desaparece de la vista de los apóstoles, la nube lo tapara, y ya no lo veremos. Solo por la fé le tendremos : “Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis” Jn 14, 19).
Aunque si sabemos que está con nosotros: (“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” Mt 28, 20).


Antonio de Lanchares :

Pintor madrileño del barroco, fue discípulo de Eugenio Cajés. Parece que en fecha incierta viaja a Italia aunque no es muy influenciado por los artistas italianos.
Sus pocas conocidas obras siguen las directrices de su maestro Cajes, y llega a ser pintor real recomendado por este, junto a Carducho y Velazquez. 
Parte de sus obras han sido perdidas y de otras hay constancia como las que elaboró para el claustro del Convento de la Merced de Madrid (hoy desaparecido), y las de la Cartuja del Paular, de donde probablemente viene esta obra. También hay constancia de sus pinturas en la cúpula desaparecida del Sagrario de la misma Cartuja.
El Museo del Prado también tiene otra obra de él : Adoración de los Pastores.

Manuel

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