De lirio en oración, de espuma herida
por el paso del alba silenciosa,
de carne sin pecado en la gozosa
contemplación del Niño sorprendida;
de nieve que detiene su caída
sobre la paja que al Señor desposa,
de sangre en asunción junto a la rosa
del virginal regazo desprendida;
de mirar levantado hacia la altura
como una fuente con el agua helada
donde el gozo encontró recogimiento;
de manos que juntaron su hermosura
para calmar, en la extensión nevada,
su angustia al hombre y su abandono al viento.
Luis Rosales
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