Navidad diferente



NAVIDAD   DIFERENTE.

¿Y por qué habría de ser diferente esta Navidad?. ¿Acaso no celebramos siempre lo mismo: el Nacimiento en carne mortal del Hijo de Dios hecho hombre, Jesús, de María Virgen, en Belén? Celebramos lo mismo, pero, ¿por qué no  de otro modo?.
Diferente, porque no quiere ser mundana. Ante el Niño en Belén, vemos  a Dios Padre hecho carne nuestra en su Hijo Jesús. Dios en nuestro mundo. Dios cercano, entrañable. Regala amor, perdón, misericordia. Brinda corazón. Y dice: estoy aquí por ti, para ti ¿Me necesitas? Ábreme el corazón y la vida, ¡ya verás! Y en adoración  callamos, creemos. Ahora ya sabemos que Dios-Amor se ha metido en nuestra tierra, y en nuestra experiencia personal.
Diferente, porque quiere ser alegre de otra manera. En el Niño Jesús vemos a todos los niños, a todos: los que se ríen y los que lloran, los sanos y los enfermos, los que tienen y los que no tienen. Y ahí comprendemos el cuidado y cariño que necesitan, su fragilidad, el cuidado que nos piden, el futuro que nos brindan. El Niño, los niños; frágiles seres humanos, sagrados, a quien respetar, cuidar, jamás profanar. Ellos alegran como nadie nuestro corazón. “Si no os hacéis como niños…..”. Esa es otra Navidad.
Diferente, porque  quiere ser familiar, no de nombre, sino  de vida. Con el Niño vemos a sus padres, María y José. Está la familia  que se quiere, que se adora y desvive el uno por el otro. Carece  de todo lo material, pero es rica, muy rica en vida de amor, solicitud, desvelo. Está Dios. Están ellos. Está el Amor: está todo. Es Navidad diferente, y muy gozosa, porque en la familia está Dios y están todos para cada uno y cada uno para los demás.
Diferente, porque  quiere ser vivida en fraternidad. En el Niño vemos  a Dios, y al otro, a todos. Entonces,-¡por fin!-vemos y amamos al hermano, al amigo nunca más al enemigo. Veo al que necesito y me necesita; al que amo y me ama; al que es igual y distinto; al que es indispensable y jamás descartable; al rico más  rico, que  también es pobre, y al pobre más pobre que es muy rico. Dios es indispensable. Todos y cada uno nos necesitamos.
Diferente, porque vivida con más alegría, paz, amor y fe. Alegría mucha, que no jolgorios inútiles. Cenas, las indispensables para cultivar la fe, la amistad, el encuentro, la familia, el amor. Invitados los que somos, sin que falte Él en su imagen real: el pobre allí presente.
Importa mucho la hermandad gozosa, expresada en el servicio, en la comprensión, en el amor y en el perdón. Signos cristianos y festivos  de una renovada Navidad. Nuevo Amor Vivo Incalculable. Así, quien quiere vivir y celebrar de modo diferente la Navidad. Porque todos, cada uno, empezamos a ser y vivir  de otro modo desde Dios hecho Niño. Será entonces verdadera y cristiana Navidad.
Feliz, muy Feliz Navidad

Antonio

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