El domingo 17 de
noviembre, el Papa Francisco nos invita a celebrar la III Jornada Mundial por
los Pobres. En este día y siempre, somos invitados a trabajar para que la
esperanza vuelva a tantos hermanos que la
han perdido a causa de la
injusticia, el sufrimiento o la precariedad de vida. Vivimos en la
sociedad de la imagen, que como en
tiempos de Jesús pondera lo externo, promueve lo agradable a los ojos y
camufla, tapa o intenta disimular tantas realidades de sufrimiento, esclavitud
y pobreza en todas sus formas.: familia
obligadas a abandonar su tierra, huérfanos explotados, jóvenes sin futuro, víctimas de la violencia, millones de inmigrantes, desigualdad…Pero aunque este
mundo lo olvide y se quiera silenciar, Dios no se olvida. Todo lo contrario,
como dice el Papa en su mensaje para esta jornada, él escucha, interviene,
protege, redime, defiende, salva….y todo esto lo hace por medio de su pueblo,
de su Iglesia. Muchos son los pobres que
necesitan hasta lo más necesario para vivir, pero más son
los que necesitan a Dios. Y su Iglesia, nosotros, estamos llamados a
dárselo con nuestras palabras y nuestros gestos sencillos, para que así
recobren la esperanza perdida.
A la vez que rezamos por todos ellos, para que vivan con
dignidad que merecen por ser hijos de
Dios, pidamos al Señor por nosotros, para que nos ayude a ser testigos de
esperanza que trabajan por una sociedad más
justa.
Antonio
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