La Virgen lleva en sus brazos
la Bendición de los Cielos:
un Corazón todo labios
para estamparnos un beso.
Sol y Brisa y Agua blanda,
Hijo de Dios verdadero,
Paz de Amigo, Flor en arras
del Cariño más sincero.
La Virgen con su mirada
acaricia la del Verbo
y arde en fulgores su cara
cuando lo arrulla en su seno.
Y José, transfigurado
por el pregón de los sueños,
con devoción ha forjado
un cascabel de silencios.
Dame, Maria, tu Niño
para acunarlo en mi pecho
y hacer con su beso el mío,
un ramillete de incienso.
La Virgen en su regazo
brinda la Luz a los pueblos:
!la Sonrisa del Dios Santo
para estamparnos un beso!
Vayamos a ver al Niño,
vayamos a darle un beso;
vayamos sin hacer ruido,
vayamos, que está durmiendo.
Vayamos, a ver al Niño,
vayamos, que está despierto;
vayamos a recibirlo,
vayamos, que es todo nuestro.
Amén
Anónimo
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