Sed de Dios


Sed de Dios tiene mi alma, de Dios vivo;
conviértemela Cristo en limpio aljibe
que la graciosa lluvia en sí recibe
de la fe. Me contento si pasivo

una gotica de sus aguas libo
aunque en el mar de hundirme se me prive, 
pues quien mi rostro ve - dice - no vive
y en esa gota mi salud estribo.

Hiéreme frente y pecho al sol desnudo
del terrible saber que sed no muda;
no bebo agua de vida, pero sudo

y me amarga el sudor, el de la duda,
sácame, Cristo, este espíritu mudo,
creo, tú a mi incredulidad ayuda.
Amén.

Miguel de Unamuno

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