¡Qué difícil es aprender a descansar!. En esto se juega
nuestra confianza y nuestro recordar que también somos ovejas y también
necesitamos del pastor que nos ayude.
A veces no sabemos descansar. Lo hacemos mal y seguimos más cansados.
No tenemos nuestras propias fuentes. Nos abruman el cansancio y la tristeza. Y
luego la vida nos pasa factura. Como no descansamos no logramos descansar a otros porque estamos demasiado cansados. En
el cansancio no nos alegramos con la vida. Surge la queja y el dolor.
Necesitamos cultivar la alegría por todo lo conquistado.
Alegría es lo bueno de
nuestra vida. Alegría en nuestros pequeños éxitos y logros. Alegría creativa.
Aprender a reír y a sonreír. Estar felices con lo que conquistamos, con lo que
tenemos, con lo que hemos recibido gratis, con lo que hemos perdido. Y todo con
humildad. Sin caer en la vanidad. Alegrándonos de lo que Dios nos regala.
Alegría por el camino
recorrido y alegría por el camino que
nos queda por recorrer. Alegría por la vida que llevamos. Sin pensar tanto en
la vida que nos gustaría llevar. Saber que estamos en camino. Poco a poco.
Paso a paso.
Acoger lo que hay y no dejar nunca de soñar con realizar mi
camino de santidad. Siempre podemos llegar más alto. Siempre podemos dar más.
Siempre podemos ir más hondo.
Son los dos pilares de nuestra vida. Agradecer y soñar.
Alegrarnos con lo conquistado y mirar más alto, la siguiente cumbre. Detenernos
es retroceder. Lo experimentamos en las cosas más importantes de nuestra vida.
Si en el amor no crecemos, decrecemos. Si en nuestra vida religiosa no
avanzamos, vamos hacia atrás.
Por eso es tan importante agradecer por el camino hecho. Y mantener la tensión
para seguir avanzando.
Antonio
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