Cristo atado a la columna



Cristo atado a la columna
Gregorio Fernández  (1576- 1636)
Convento Encarnación. Madrid


Cristo atado a la columna es una de las obras del escultor Gregorio Fernández. Esta en concreto se encuentra en el monasterio de la Encarnación de Madrid.
Es una obra barroca que sigue las directrices del Concilio de Trento, en el que se indicaba que el arte debía de conmover al espectador, para venerar las imágenes de los santos y sus reliquias. Esta idea de la Contrarreforma nos lleva a pensar que a través de la belleza material de la composición podamos llegar a la belleza espiritual.
Gregorio Fernández desarrolló gran parte de su obra en la Valladolid de Felipe III, entonces capital del imperio, y allí como otros muchos artistas acudió al calor de los talleres que generaban obras para iglesias, conventos y cofradías.
La pieza que vemos es una réplica de otra realizada para la Cofradía de la Penitencial de la Vera Cruz, en Valladolid, 1619. Posiblemente llegó al convento de la Encarnación por deseo de la princesa Margarita de Austria, o de Sor Mariana San Jose, primera priora del Convento.
La talla es de madera policromada, con un gran estudio anatómico, y puesto que se realizaban para su uso procesional, estaba pensada para que fuera vista desde cualquier  punto de vista. Así podemos contemplar las diferentes partes del cuerpo de Cristo, como su espalda, ya flagelada. Su visión austera, solitaria, hace más intenso el momento de gran soledad en que se encuentra el Señor, eliminando todo lo demás para que se pudiera ver la escena en el paso de procesión, sin que hubiera ninguna distracción de otro elemento compositivo.
Las tallas de Gregorio Fernández fueron vistas por algunos de nuestros grandes místicos, como Santa Teresa de Avila, hecho que en sus libros queda reflejado. Así, en Camino de Perfección , dice a sus hermanas: “si estáis con trabajos o tristes, miradle camino del huerto: qué aflicción tan grande llevaba su alma… O miradle atada a la columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama”.
Así lo veía Santa Teresa, y nosotros contemplando este talla de Gregorio Fernández, nos conmovemos con ella.

Fuente: Magnificat  Nº 165 
María Rodríguez      

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