Como cada mes de septiembre,
decimos adiós a las vacaciones y nos preparamos para el comienzo de un nuevo curso. Atrás quedan los baños en la playa y en las
piscinas, las fiestas de los pueblos,
los viajes en familia y todas aquellas
cosas que nos ayudan a relajarnos y olvidarnos
de la rutina.
Recuperamos un nuevo ritmo ordinario que nos acompañará a lo
largo del curso. Los niños y jóvenes vuelven al colegio y adquieren poco apoco el ritmo adecuado que les facilite el
aprendizaje a todos los niveles. Y ellos arrastran a toda la familia que están
envueltas en acompañar esta tarea de desarrollo y crecimiento.
Este es un mes de
empezar de nuevo, cargado de nuevas ilusiones y de expectativas ante lo
que nos va a deparar el nuevo curso. El nuevo curso se empieza con ilusión pero también con la
inquietud de la novedad, la inseguridad ante los nuevos retos que nos van a llegar, el esfuerzo para afrontar los
proyectos, los encuentros, el día a día.
Pero sobre todo es comenzar de nuevo las relaciones con las
personas, los amigos, la familia. Porque en el fondo lo más importante en
nuestra vida, aquello que más valoramos
son las personas con las que nos relacionamos.
Mirar agradecidos por la labor realizada por quienes han dedicado
y dedican tiempo, ilusión y sacrificio a favor
de los hermanos, especialmente de
los más necesitados.
Reflexionar para descubrir qué hacer y cómo hacerlo, pues
cada uno, según sus circunstancias, puede aportar su grano
de arena, todos debemos sentirnos colaboradores, tenemos que darnos
cuenta de que normalmente podemos más de
lo que creemos, porque contamos con la ayuda de los demás y la fuerza que
nos da el Espíritu el Señor.
La vida de cada
persona es un regalo del cielo. La vida de cada persona merece el máximo
respeto. No importa la edad, sólo importa como persona. Cada detalle, cada
gesto, cada caricia, cada sonrisa, cada vez que se da la mano, cada vez que se
llega a tiempo a la vida de los demás, se
dignifica la persona.
Que el Señor, por mediación de María, nos bendiga en este
nuevo curso y nos conduzca en la misión que cada uno tiene encomendada según sus circunstancias.
Antonio
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