Acudid, segadores,
a mi cuidado:
la mies amarillea,
segad los campos !
La Palabra que el Padre
sembró afanado,
germinó y ya es ahora
grano dorado.
Y, porque los trigales
están clamando,
!acudid, segadores
a mi cuidado!
La semilla era buena
y bueno el agro:
cuajará una panera
del cien colmado.
Faltando cuatro meses,
mirad los satos.
!La mies amarillea:
segad los campos!
La faena será larga,
corto el verano.
¿Quién quiere ir a mi hacienda
por un denario?
!Acudid, segadores,
a mi cuidado:
la mies amarillea,
segad los campos!
Amén
Liturgia de las horas
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