!Noche, tinieblas, nubes,
turbulencia y confusión del mundo;
la luz penetra, el cielo alborea:
Cristo llega, retiraos !
Herido por el dardo del sol,
el velo oscuro de la tierra se desgarra,
y con el rostro del astro reluciente
retorna ya el color a toda cosa.
Así, también nuestra ceguera y corazón,
de fraude cómplice, rotas las nubes,
al cabo descubierto,
ante el reino de Dios recobrarán colores.
A nadie entonces será dado
ocultar cuanto de oscuro piensa;
mas los secretos del alma, desvelados,
se aclararán con la mañana nueva.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.
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